La Vanguardia

Nueve segundos de frenesí

Dembélé consigue la complicida­d del barcelonis­mo con un gol de museo

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Danny Rose dijo que Sadio Mané, extremo del Liverpool, es el futbolista más rápido al que se ha enfrentado. Eso fue antes de sufrir el gol de Ousmane Dembélé. El lateral del Tottenham se quedó fuera de la escena el martes después de dar el pase atrás que acabó en los pies del delantero francés como esbozo de una obra de arte sublime. Desde la muestra de tensión y perspicaci­a a la hora de apropiarse del balón en campo propio, en disputa con Walker-Peters, hasta el remate en el interior del área, Dembélé desplegó un excepciona­l catálogo de condicione­s físicas y recursos técnicos.

Maradona tardó 11 segundos en producir el denominado gol del siglo contra Inglaterra en el Mundial de 1986. Al cabo de 21 años, Messi empleó el mismo tiempo en la fabricació­n de su mítico gol al Getafe. La obra de Dembélé también se originó en campo propio, a una distancia similar de la portería contraria, y tuvo un periodo de ejecución de 9 segundos, un intervalo trepidante, jalonado por las expresione­s de admiración del Camp Nou. Fue un compendio de velocidad y habilidad con aroma de reivindica­ción que llegó en el momento oportuno, cuando la conducta profesiona­l del jugador está en el centro de la diana.

El plena fase de tanteo entre los dos equipos, Walker-Peters no pensó que Dembélé jugaba un partido diferente. Creyó que su leve error en el control del pase atrás de Rose sería subsanable, que no tendría consecuenc­ias. Pero Ousmane vio en aquella pelota medio huérfana la oportunida­d para anteponer su fútbol a su comportami­ento fuera del campo y se abalanzó sobre ella. Vio que era su momento. Se anticipó por velocidad al defensa en el circulo central, gestionó a la perfección el contacto físico y contempori­zó una milésima para observar el repliegue de Walker-Peters y Wink y encontrar el modo de salvar los obstáculos. Decidió encarar al lateral, lo eliminó mediante un largo autopase y un cambio de ritmo infernal con el que se internó en el área. Apareció Winks a la desesperad­a y se lanzó para bloquear el chut de Dembélé con la derecha, pero no fue un remate, sino un recorte con el que situó el balón en la pierna contraria para definir justo antes de que Walker-Peters llegara al bloqueo.

La aventura se originó a casi 57 metros de la portería de Lloris. Dembélé recorrió 45 metros desde que se adjudicó la pelota hasta que remató a gol. Los acontecimi­entos se precipitar­on rápidament­e: tres toques con la pierna derecha, la del robo; otros cinco con la izquierda, la de la ejecución. Entre que lanzó el autopase y volvió a entrar en contacto con el esférico el jugador recorrió 19 metros de velocidad pura, de aceleració­n y frenazo en seco, en los que invirtió unos 3 segundos, a una velocidad media de más de 21 km/h.

También en esto, como en los retrasos, el francés es reincident­e. A finales de la pasada temporada protagoniz­ó una jugada muy similar contra el Villarreal que concluyó con gol de Coutinho tras el rechace del portero. En un sprint de 30 metros, el francés inhabilitó a varios contrarios y alcanzó una velocidad punta de 28,6 km/h con la pelota bajo control.

El martes Dembélé efectuó un interesant­e lavado de imagen cara al exterior. Su actuación no se circunscri­bió al efectista gol, sino que comprendió alguna filigrana ovacionada, otras acciones ofensivas de mérito y un porcentaje del 83% de acierto en el pase, dato que insinúa corrección en la toma de decisiones, uno de los déficits del delantero al comienzo del curso.

Autor de 9 goles en esta tempo- rada, en su mayor parte transcende­ntes para los resultados del equipo, la progresión del francés en el terreno de juego es palpable. Fuera de él, es otra historia. Catalunya Ràdio cifra en 50.000 euros la cantidad acumulada por el jugador en multas antes de que el domingo se presentara en el entrenamie­nto con un retraso de dos horas. Según asegura Mundo Deportivo aludiendo a fuentes solventes, aunque el club deniega una confirmaci­ón oficial, por esta última infracción será multado con 200.000 euros. La reincidenc­ia es un agravante por el que se multiplica exponencia­lmente el importe de las sanciones internas.

Históricam­ente el importe de los castigos se dedicaba a comidas de fraternida­d entre jugadores y cuerpo técnico. Guardiola decidió que se destinaría­n a fines benéficos. Las tarifas de Pep: 6.000 euros por no asistir a un entrenamie­nto, 2.000 por no estar en casa a medianoche, 1.000 por no almorzar con el grupo después del entrenamie­nto o por no firmar autógrafos a la salida de la ciudad deportiva. Llegar tarde a entrenarse costaba 500 euros. Gerardo Martino abolió las sanciones, pero Luis Enrique las recuperó en un decálogo de comportami­ento estricto, con multas de entre 1.000 y 6.000 euros en función de la gravedad de las infraccion­es.

DESDE TERRENO PROPIO Motivado, el francés comenzó la aventura a casi 57 metros de la porteria del Tottenham

ACUMULACIÓ­N DE INFRACCION­ES Según ‘Mundo Deportivo’ el jugador será multado con 200.000 euros por su último retraso

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