Sentirte bella no tiene edad
Hace 25 años que abrí mi consultorio de Medicina Estética en la Clínica Corachán.
A lo largo de estos años, he podido apreciar la evolución en los pensamientos de las pacientes que he tratado en mi consulta.
A comienzos de mi práctica médica no existía la tensión actual provocada por las redes sociales en Internet. Solía ser a través de la prensa escrita cómo obteníamos la información de la actualidad, tendencias de moda, belleza, hogar... Sin que trascendiese tanto la necesidad de inmediatez de cambio que se nos propone ahora.
Hoy todo va muy rápido, se saca el móvil y quieres sentirte como aquella influencer -que tiene miles de seguidores- y que tú no puedes ni soñar en tener. Es un balcón al que te imaginas que estás asomada y disfrutando de la admiración de propios y extraños. Al mismo tiempo sientes el vértigo de verte como el constante objeto de la aprobación o crítica de tus seguidores y estando a merced de su opinión anónima, descarnada y la mayor parte de las veces, vacía de sincero aprecio.
En verdad no necesitas a esa legión de seguidores para encontrarte bella. Sentirse bella no tiene edad, es una actitud. No nos vemos bellas o capaces de serlo porque no nos creemos que podemos serlo, para nosotras y para que se traduzca en el exterior. Asusta la inseguridad que las redes pueden generar en las personas que necesitan buscar aceptación o admiración de sí mismas, tanto en el hombre como en la mujer, y que se pierden en este laberinto virtual en el que la mayoría hemos caído alguna vez.
Las personas con edad más avanzada y madura son las más seguras, satisfechas y agradecidas con su forma de sentirse bellas.
Por ello, ahora más que nunca, doy mucha importancia a la propuesta de cada tratamiento. No todo vale en Medicina Estética, detrás de cada uno hay un sinfín de emociones que anulan la realidad. De la forma más profesional hay que pautar los distintos tratamientos a seguir, que a veces no coinciden con lo que a uno le gustaría, y de ahí vienen muchas insatisfacciones.
Es importante pues, pactar con el paciente los objetivos y los plazos del tratamiento al que va a verse sometido. Hay que aclarar con él estos términos para que vea claro lo que el médico cree que realmente necesita y gestionar así sus expectativas de mejora. Así se cuida el factor emocional del
que siempre hablo y es así como el paciente decidirá libremente si acepta el tratamiento propuesto.
Actualmente, gracias a las técnicas mínimamente invasivas, podemos dar el mejor perfil de uno mismo a cualquier edad. Desde definir un óvalo facial, rellenar las bolsas, mejorar las ojeras, subir la punta de la nariz, hidratar y perfilar unos labios, relajar arrugas de expresión, revitalizar la piel y hasta levantar la mirada y prevenir la caída de los pómulos y cuello. Todo esto sin cirugía y con una incorporación inmediata a la vida normal, gracias a los nuevos ácidos hialurónicos. Este tipo de tratamiento no inflama la piel y consigue unos resultados muy naturales, dulcificando el rostro de una forma muy sutil.
Para los pacientes que quieran realizar algún tratamiento estético, siempre deben asegurarse de ponerse en las manos de profesionales médicos acreditados para ejercer en la Medicina Estética.
Cada rostro y cada cuerpo con el paso del tiempo se desequilibran, y hay que ir aceptando de la forma más natural posible el “sentirse bella”, y no depende de la edad, sino de uno mismo.