La Vanguardia

Serrat emociona en Barcelona con su pasión mediterrán­ea

El cantautor emociona en el repaso de su emblemátic­o álbum y de sus éxitos

- Esteban Linés

Contravini­endo el tópico que algunos supuestos entendidos enarbolan de que las canciones populares son productos efímeros, el caso de Joan Manuel Serrat es una de las más gloriosas pruebas de que el arte cuando es bueno y tiene sentimient­o desconoce el paso del tiempo.

Y anoche, en el primero de sus tres conciertos en el Auditori del Fòrum, volvió a dar prueba y testimonio de su condición de referente cívico mucho más allá del ámbito estrictame­nte musical. En cualquier caso, el cantautor barcelonés aterrizaba en su ciudad tras ocho meses de singladura de la gira Mediterrán­eo da capo. Lo hacía con excelentes críticas y parabienes, y anoche volvió a granjearse un buen puñado de estos, de un público entregado y conocedor que abarrotaba el amplio aforo de más de tres mil localidade­s

A sus casi 75 años y con inmejo rable aspecto (la laringitis que en verano le obligó a suspender seis conciertos es puro recuerdo), el cantautor y tantas otras cosas más, desplegó sus ya conocidas virtudes más allá del esplendoro­so repertorio, esto es, empatía, sentido del humor y de la ironía, dominio escénico y una profesiona­lidad en grado sumo, comenzando por su grupo de acompañami­ento.

Hábil también en saberse rodear de magníficos músicos e instrument­istas, en este tour el elenco de cómplices vuelve a ser de brillante garantía, comenzando por Ricard Miralles (director del asunto, arreglista mayor y pianista) y el también teclista Josep Mas Kitflus. Junto a ellos, la presencia de la viola de Uixi Amargós, hija de otro reputado colega como JoanAlbert Amargós, o la sonora batería de Vicente Climent.

El Nano arrancó la velada unos minutos pasadas las nueve de la noche ante una audiencia básicament­e madura cuando no veterana, en donde imperaba la expectació­n y el gozo. La audiencia arrancó ya en aplausos con el medley instrument­al introducto­rio con el que la banda preludió la entrada de Serrat, con traje gris, camisa del mismo tono, un lacito rojo en una solapa, y desenvuelt­o. Explicó el porqué de esta gira, de estos conciertos, de por qué celebrar los 47 años del disco Mediterrán­eo y no esperar hasta los 50: “Es una buena cifra, y tal como están las cosas prefiero pecar de prudente y celebrarlo por anticipado”.

El Mediterrán­eo como álbum emblemátic­o pero también como mar y símbolo, toda una declaració­n de principios en tiempos de fronteras, egoísmos y refugiados que recordaba en el estribillo “porque yo nací en el Mediterrán­eo” del tema que abrió, cómo no, la noche.

Las cosas, la coyuntura, el país, las personas han cambiado lo suyo desde que Serrat publicara Mediterrán­eo en 1971, pero aquella condición antes mencionada de “arte bueno” adquiere en ese citado álbum toda su extensión. Y las diez canciones que alumbró aquel chaval de Poble Sec permanecen allí, agrandándo­se con el paso del tiempo. Anoche las desgranó en su totalidada lo largo de poco menos de una hora: Aquellas pequeñas cosas, La mujer que yo quiero, Pueblo blanco, Tío Alberto, Qué va a ser de tí, Lucía, Vagabundea­r, Barquito de papel, Vencidos y, por supuesto, Mediterrán­eo, que abrió y cerró esa primera parte. Sonaron con un vestido sonoro con, quizás, una excesiva prevalenci­a del arreglo orquestal, con un sonido en general que recordaba inevitable­mente al pasado, y en algún tema se entretuvo, como cuando antes de atacar Tío Alberto recordó la figura de Albert Puig Palau, persona importante en sus inicios artísticos, o los ambientes de la gauche divine... como el taburete rojo que le acompaña ese hace años por medio mundo “y que lo robé yo mismo del Bocaccio”.

Tras ese baño mediterrán­eo en la segunda parte del concierto picoteó en otros platos de su extenso y suculento repertorio, y allí también se volvió a demostrar que unos y otros estábamos degustando exquisitas viandas inoxidable­s, pequeños hitos que rebosan contempora­neidad más allá de modas, gustos. Sonaron La lluna, Cançó de matinada, Temps era temps, Plany al mar (que le permitió volver al Mediterrán­eo, y calificarl­o también de “sarcófago donde reposan miles de hombres y mujeres”), Es quan dormo que hi veig clar, Menos tu vientre, Para la libertad, Pare y Barcelona i jo. En los bises brillaron Seria fantàstic, M’en vaig a peu, la intensa y bilingüe Cançó de bressol o Cantares. Todo un mar serratiano.

Durante más de dos horas, revivió todo su álbum ‘Mediterrán­eo’ y clásicos como ‘Cançó de matinada’ o ‘Pare’

El cantautor calificó el actual mar Mediterrán­eo como ‘un sarcófago con miles de sepultados’

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MANÉ ESPINOSA El músico y cantante barcelonés, anoche en un momento de su concierto en el Auditori del Fòrum
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