Una pesadilla

LA mitad de los ciudadanos españoles considera que los políticos catalanes encarcelados deberían salir en libertad provisional, según una encuesta de El Confidencial. El dato se ha conocido el mismo día de la vista previa del Tribunal Supremo para decidir si es el competente o no para juzgar el 1O. Los presos del procés llevan un año en prisión preventiva y serán juzgados en Madrid en febrero. Esta medida cautelar debe tener carácter “excepcional” según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y sólo debe imponerse cuando sea estrictamente necesario. Se podrían establecer otras más suaves, que permitieran la libertad provisional, aunque con determinadas restricciones (fianza, comparecencias periódicas, controles telemáticos). De hecho, el Tribunal de Derechos Humanos del Consejo de Europa, como recordaba ayer Xavier VidalFolch en El País, ha levantado la bandera a favor de la libertad provisional hasta la celebración del juicio. El artículo 5.3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho a ser juzgada en un plazo razonable o a ser puesta en libertad durante el procedimiento”.

Cuando comience el juicio en el Supremo, los políticos presos deberán ser trasladados a una cárcel madrileña a fin deserconducidos diariamenteenfurgonesypasarporlos calabozos de la Audiencia Nacional (el Supremo no tiene), a la espera de que inicien las sesiones. Todo ello constituye un tremendo calvario, no facilita la defensa y aísla a los presos de su entorno. Le oí decir a Oriol Junqueras en Lledoners, que vivía como una pesadilla imaginarse cómo serían esos días. Ya que la vista oral es inminente, tendría todo el sentido conceder la libertad provisional, pues no existe peligro de reiteración delictiva. Sería inteligente que la judicatura cambiara su criterio, sobre todo cuando

Estrasburgo dirá la última palabra. Camus escribió: si el hombre fracasa en conciliar justicia y libertad, fracasa en todo.