La Vanguardia

Hierba con pedigrí

- DOMINGO MARCHENA Barcelona

El césped del King Power Stadium, sobre el que ayer se desarrolló el duelo de Copa de Liga inglesa entre Leicester y Manchester City, es conocido por el cuidado con que lo trata su jardinero, John Ledwidge, un maestro de la podadora, con la que es capaz de realizar los más variopinto­s dibujos.

Si usted sólo es un enamorado del fútbol y tiene la suerte de acudir al campo del Leicester City, el King Power Stadium, únicamente verá a 22 jugadores. Si además es aficionado a la botánica, le sorprender­á el inmaculado tapiz verde. La visión maravillar­á en especial a quienes añoran las crónicas que publicó en este diario Ignacio Viladevall, autor de Luz de las mariposas (Comba). También apasionará a los lectores de otros libros muy recomendab­les, como Eucaliptus , de Murray Bail (Edicions 62). O El ladrón de orquídeas, de Susan Orlean (Anagrama). Y de una de las sorpresas de este año, El mesías de las plantas, de Carlos Magdalena (Debate)...

El Leicester es un club modesto y singular, donde han jugado leyendas como Lineker. Su mejor estrella en la actualidad, sin embargo, no es un futbolista, sino un jardinero. Aunque calificar así a John Ledwidge es como calificar a Napoleón de general de artillería. Este hombre de 32 años es el Leonardo Da Vinci del césped. Ha recibido numerosos premios, el más importante el año pasado, cuando fue proclamado uno de los jardineros más influyente­s del país (y cualquiera que haya leído a Evelyn Waugh sabe el honor que eso supone en Gran Bretaña, donde ornitologí­a y botánica son palabras reverencia­das).

Es capaz de realizar casi cualquier dibujo con la podadora: símbolos, animales, efigies y estrellas, además de rombos, cuadrados y todo tipo de figuras geométrica­s. Sus diseños causan tanto asombro como la trayectori­a del Leicester City. El equipo vegeta este año en la mitad de la tabla. Qué lejos queda ya la temporada 20152016, cuando fue el sorprenden­te campeón de la Premier, apenas un año después de que estuviera a punto de descender. Los jugadores y la afición aún no se han recuperado de la conmoción por el accidente de helicópter­o del pasado octubre que causó la muerte de cinco personas, entre ellas el dueño del club, el empresario tailandés Vichai Srivaddhan­aprabha.

El filólogo y naturalist­a barcelonés Ignacio Viladevall explica que la eternidad es tan frágil como las escamas de las alas de las mariposas, los pececillos del aire (escamas: eso es el polvillo que queda en los dedos de quien comete el pecado, ¡ay!, de atrapar una mariposa). El escritor australian­o Murray Bail admite que la mayoría de los eucaliptos parecen iguales, pero hay más de 400 especies. La búsqueda de la belleza puede ser obsesiva, afirma la periodista y novelista estadounid­ense Susan Orlean. Y el botánico asturiano Carlos Magdalena, conservado­r del Real Jardín Botánico de Kew, en Londres, recuerda que “las personas necesitamo­s a las plantas y las plantas necesitan a las personas”.

Las opiniones de estos cuatro literatos resumen el trabajo de John Ledwidge. No es el único jardinero del fútbol con estatus de estrella: el murciano Benito Mateo, de 55 años, trabajó en equipos como el Málaga, Valencia y Mallorca antes de emigrar al Hubei Fortune de China. Pero su colega británico ha revolucion­ado el oficio. Descubrió su pasión por las macetas cuando era un crío de 13 años y desde entonces su vida es un parterre. Llegó al King Power Stadium en el 2014, avalado por sus éxitos en clubs como el Coventry o el Aston Villa. Los fertilizan­tes, los nutrientes y las técnicas más avanzadas –luces de crecimient­o, sistemas de calefacció­n y aireación del subsuelo– forman parte de su día a día.

Pero eso es la trastienda de su trabajo, que pocos conocen. Se ha hecho muy popular dentro y fuera de las islas británicas por su maestría a la hora de manejar la podadora. La selección de las cuchillas y su habilidad le permiten, entre otras cosas, dibujar con todo detalle diamantes e, incluso, el escudo del Leicester, que tiene una cabeza de zorro (de ahí que sus hinchas sean conocidos como the foxes, los zorros).

La investigac­ión y la tecnología, dice, son claves, pero la jardinería es una pasión. Y sin pasión las máquinas no sirven de nada. Por eso cada día se tumba en el césped del estadio y de los campos de entrenamie­nto de Leicester para sentir cómo crece la hierba. “¿Cómo explicar mi trabajo? Muy sencillo: dejo que el terreno de juego hable por mí”, responde. Nadie como él sabe cuánta verdad encierran las palabras de William Wordsworth: “Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, / de la gloria en las flores, / no hay que afligirse,/ porque la fuerza de la belleza siempre permanecer­á en el recuerdo”.

El cuidador del césped del Leicester vive su oficio como si formara parte de los versos de Wordsworth

Arte

John Ledwidge y sus colaborado­res son los responsabl­es de que el campo del Leicester luzca elaborados diseños como los

de las fotos

La estrella más rutilante del Leicester, campeón de la Premier en el 2016, no es hoy un futbolista,

sino un jardinero,

John Ledwidge

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GETTY IMAGES Y J.LEDWIDGE / INSTAGRAM

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