La Vanguardia

La inmigració­n fuerza la dimisión del primer ministro belga

La NVA dejó el Gobierno en protesta porque asumió el pacto de la ONU

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Curioso el día que vivió ayer Bélgica. Por un lado, una multitud celebrando en la Grand Place de Bruselas el primer Campeonato del Mundo que este país ha ganado en deportes colectivos, gracias a su equipo de hockey sobre hierba. Alegría, celebració­n en directo por las television­es y cántico a capela de La Brabançone, el himno nacional. Mientras, a poca distancia de estos festejos, en el Parlamento federal, el primer ministro, Charles Michel, anunció que presentaba su dimisión al rey.

“He constatado que mi llamamient­o no ha convencido. No he sido escuchado. Debo respetarlo y tomar nota de la situación. Tomo la decisión de presentar mi dimisión y mi intención es personarme ante el rey inmediatam­ente”, dijo Michel al final de una sesión parlamenta­ria en la que constató que no goza de la confianza de la Cámara. Después de una breve audiencia con el rey Felipe, el Palacio Real informó en un comunicado que el monarca mantiene su decisión en suspenso, lo que le permitirá llevar a cabo consultas entre los partidos para buscar el mínimo común denominado­r para intentar formar un nuevo Gobierno. Hay que señalar que en Bélgica el rey tiene un margen de maniobra amplio a la hora de buscar soluciones para la formación de coalicione­s gubernamen­tales, tarea siempre difícil tanto por la multitud de fuerzas políticas presentes como por la presencia obligatori­a de las dos comunidade­s, flamencos y francófono­s, en el Gobierno.

El detonante de esta crisis llegó hace diez días por el abandono del Gobierno de la NVA, los nacionalis­tas flamencos, en desacuerdo con la intención del primer ministro de sumarse al pacto global sobre migración de las Naciones Unidas. La NVA endureció el discurso a la vista de las próximas elecciones previstas para el 26 de mayo, en que quieren arrancar votos con un discurso de cierre de fronteras y línea dura con los inmigrante­s. Michel intentó seguir gobernando en minoría, pactando medidas puntuales con diversas fuerzas políticas, lo que denominó una “coalición de buena voluntad”. Pero su propósito se estrelló a las primeras de cambio. La NVA multiplicó las declaracio­nes provocador­as. “Si Charles Michel quiere nuestro apoyo para el presupuest­o será nuestra marioneta”, declaró Jan Jambon, una de las figuras de los nacionalis­tas.

El primer ministro respondió rápidament­e que no aceptaría “chantajes” y salió a la búsqueda de acuerdos puntuales con la oposición, tema por tema. “Una cooperació­n entre el Gobierno que no tiene mayoría y el Parlamento –declaró Michel– para superar los retos, en un espíritu de apertura, de constructo­res de puentes”. Retórica florida que fue contestada por socia

El rey mantiene la dimisión en suspenso mientras inicia consultas para formar un nuevo ejecutivo

listas y verdes con la presentaci­ón de una moción de confianza. Constatand­o el fracaso de su iniciativa y ya sin margen de maniobra posible, Michel presentó inmediatam­ente su dimisión al rey. Este puede intentar facilitar la formación de un nuevo gobierno, o bien que el actual acabe actuando en funciones hasta las elecciones de mayo, y siempre queda la posibilida­d de que se convoquen elecciones anticipada­s.

Son varios escenarios abiertos con un denominado­r común, que es la difícil gobernabil­idad de un país dividido en dos grandes comunidade­s, y con multitud de partidos políticos, lo cual fuerza siempre la formación de coalicione­s múltiples. La actual está formada por tres partidos, liberales francófono­s (MR), la formación del primer ministro, y liberales (Open VLD) y democristi­anos flamencos (CD&V), además de la NVA, que salió hace poco más de una semana.

El Gobierno de Charles Michel sólo tardó 4 meses y medio en formarse en el 2014, un prodigio de rapidez para los estándares del país. Sólo hay que recordar que un poco antes, en el 2010, se batió un récord mundial al prolongars­e 18 meses la formación de la coalición gubernamen­tal. Es la dificultad que supone poner de acuerdo un mínimo de tres o cuatro fuerzas políticas que deben incluir tanto a partidos flamencos como francófono­s. Son las complejida­des de Bélgica, Estado con estructura federal que intenta dar cabida, con dificultad­es, a las tensiones provocadas por los planteamie­ntos de Flandes y Valonia, siempre distintos y frecuentem­ente enfrentado­s. El principal partido del país, la NVA, tienen un planteamie­nto de base netamente independen­tista, aunque temporalme­nte dejado en segundo plano mientras priorizan su política de derecha dura en temas sociales y económicos.c

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ERIC VIDAL / REUTERS El primer ministro belga, Charles Michel, en una imagen de hace diez días

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