Una cuestión de ética

En el artículo “Salvemos el ballet clásico”, escrito por Maricel Chavarría (Cultura, 18/ XII/2018), se afirma que en su día me negué a aceptar la limitación temporal que imponía el código de buenas prácticas aprobado por el Inaem siendo Juan Carlos Marset su director general. Ello es absolutamente falso y deja en entredicho mi postura ética, sobre todo cuando se dice unas líneas antes que lo que se perseguía con dicho código era “no sólo ser honrado, sino parecerlo”.

En aplicación del código de buenas prácticas, recibí en el 2008 la notificación de que cesaría en mi puesto como director artístico de la Jonde en junio del 2010. Y aunque la decisión no hubiera sido de mi agrado, tengo meridianamente claro que en ningún caso me hubiera podido negar a ella, como claramente se dice que hice en el artículo. Es más, unos pocos meses antes de la fecha de mi cese, quien cesó fue Juan Carlos Marset, y el nuevo director general, Félix Palomero, decidió mantenerme en mi puesto hasta tanto se regulara la permanencia en el mismo en el Estatuto de la Jonde que estaba previsto aprobar y que nunca llegó a elaborarse, ni en los pocos meses que quedaban de gobierno del PSOE, ni en todos los años siguientes de gobierno del PP. Por esa razón he seguido ocupando mi puesto hasta ahora, ya que ninguno de los directores genera les que desde entonces se han sucedido han considerado oportuno prescindir de mis servicios. En caso contrario, ni yo, ni nadie en mi lugar, habría podido negarse.

JOSÉ LUIS TURINA Director artístico de la Joven Orquesta Nacional de España