La Vanguardia

Enamorada de la vida

La joven zamorana era una persona alegre, estudiosa y viajera especialme­nte dotada para las caricatura­s y la fotografía

- ADOLFO S. RUIZ El Campillo

Alegre, estudiosa, viajera, comprometi­da. Los testimonio­s que aportan los familiares de Laura Luelmo, sus compañeros de trabajo en el instituto de Nerva o sus redes sociales muestran a la joven profesora como una verdadera enamorada de la vida. De la corta vida que le permitiero­n disfrutar.

Natural de Zamora, Laura no dejó de viajar y desplazars­e desde que cumplió los 18 años. Durante el grado de Bellas Artes, que aprobó en la Universida­d de Salamanca, descubrió sus habilidade­s como pintora y caricaturi­sta. Hasta el punto de que en el año 2016 trabajó como becaria en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde llegó a exponer sus caricatura­s cervantina­s que, según la propia Biblioteca, “fueron un verdadero éxito”.

Además de la pintura y el dibujo, Laura Luelmo era una excelente fotógrafa. Su habilidad en este terreno y su afán viajero se ponen constantem­ente de manifiesto en sus redes sociales. El pasado verano estuvo de vacaciones por Cádiz, Sevilla y Portugal. En Instagram publicó una foto de la plaza de España sevillana verdaderam­ente no table. Fotos y también creaciones abstractas, o recreacion­es de cuadros famosos, pueblan su perfil.

Junto a ello, la joven profesora siguió mejorando su preparació­n personal, lo que incluyó una estancia de algunas semanas en Puebla (México), o su traslado a València para especializ­arse como profesora de dibujo para Secundaria y Bachillera­to. Después sacó las oposicione­s de Magisterio, pero sin plaza.

Su vocación por la docencia empezó a llevarla a la práctica en un colegio concertado de Zamora.

Posteriorm­ente se incorporar­ía a la bolsa de trabajo de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. De allí la llamaron a finales de noviembre para cubrir una sustitució­n en el instituto Vázquez Díaz. Una fatal oportunida­d en la que terminaría perdiendo la vida.

Laura Luelmo no dudó ni un segundo en aceptar la oportunida­d, aunque fuera a 600 kilómetros de Zamora. Su espíritu aventurero contribuyó a ello, así como el hecho de que si se negaba a aceptar el puesto perdería casi con toda seguridad la posibilida­d de que la volvieran a llamar.

Aceptó y con la premura de tiempo, las bolsas de trabajo suelen dar dos días de margen para hacer efectivas las incorporac­iones, se plantó en Nerva con unas pocas pertenenci­as y sin haber solucionad­o con anteriorid­ad el problema de dónde viviría.

Una profesora del instituto, que hoy está de baja porque se considera responsabl­e de lo sucedido, ofreció la casa que tenía en El Campillo, a unos pocos kilómetros de su lugar de trabajo. Un sitio pequeño y tranquilo. Y Laura, que no tenía nada mejor, aceptó. El resto de la tragedia ya es conocida.

En Zamora, su ciudad, se concentrar­on ayer unas mil personas en el parque de La Marina como repulsa por su muerte. También se reunieron consternad­os personal y alumnos del colegio Sagrado Corazón de Jesús y de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora, donde estudió.c

La profesora ocupó la casa que le ofreció otra que hoy está de baja por el sentimient­o de culpa por lo sucedido

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