Turbulencias aéreas
En términos de aviación, el año 2018 ha estado lleno de dinamismo, lo que nos augura un 2019 lleno de emociones. A falta de los datos del último trimestre del año, podemos decir que durante el 2018 el tráfico aéreo en Europa ha crecido con fuerza. Sin embargo, este crecimiento se ha ido ralentizando a lo largo del año, pasando del 8,9% en el primer trimestre al 6% y el 5% en el segundo y tercer trimestre respectivamente. La moderación del crecimiento se puede explicar por varias razones. Entre ellas, el progresivo incremento del precio del petróleo y la continua consolidación empresarial, que desacelera el ritmo y reduce el número de competidores. Por ejemplo, en octubre, Primera Air declaró su bancarrota y cerró; y en agosto, Ryanair adquirió Laudamotion. También IAG (propietaria de Level) ha intentado absorber sin éxito a Norwegian, lo que hubiera consolidado las dos mayores aerolíneas de largo radio de bajo coste en el mismo grupo.
Pero el 2018 se recordará por el afianzamiento de un problema de capacidad generalizado en Europa, tanto en los aeropuertos como en el espacio aéreo, al que se le han sumado fenómenos meteorológicos y conflictos laborales. Esto se traduce en mayores retrasos y tiempos de vuelo y en periodos vacacionales dominados por las disrupciones. De hecho, en algunos aeropuertos como Barcelona las dificultades en el periodo de verano se han enquistado. La verdad es que por muchas mejoras que las aerolíneas puedan implementar, el problema es estructural y requiere una solución global basada en la colaboración de todos los actores. Para que se hagan una idea, el tráfico aéreo se duplica cada 15 años, pero el incremento de capacidad planificada a fecha de hoy hasta el 2035 en el conjunto de aeropuertos europeos es de tan sólo el 16%. Así pues, el problema ha venido para quedarse.
Para el 2019 parece que las turbulencias se consolidan: precios del petróleo más altos, congestión estructural y continuada inestabilidad política, incluyendo el Brexit. Aunque se vislumbran algunos aspectos positivos. Por ejemplo, Swiss Skies, una nueva aerolínea de largo radio y bajo coste, abrirá en Basilea utilizando el nuevo Airbus 321LR. En los próximos años, esta nueva aeronave revolucionará el mercado de largo radio de bajo coste, ya que ofrece un rango de 7.400 km en un avión de fuselaje estrecho como con los que estamos acostumbrados a volar con compañías como Vueling.
Todas estas dinámicas afectan de manera directa al aeropuerto de Barcelona, el cual va preparándose. De momento, durante el 2019 seguiremos con interés el avance de las obras del dique sur de la T1 para que se puedan llevar a cabo operaciones no Schengen con pasarela y la conexión de la T1 con la lanzadera ferroviaria que la unirá a la estación de Sants. El gran debate está, sin embargo, en el futuro a largo plazo; pero este lo dejamos para otro capítulo.
El 2018 ha sido el año de falta de capacidad en aeropuertos y espacio aéreo