La Vanguardia

Discrimina­ción selectiva

- Sergi Pàmies

Famous gana Operación Triunfo (TVE) y certifica la impresión de que en las television­es españolas sólo se puede ser negro si participas en un concurso o eres deportista. Pasan los años y, a diferencia de otros países, la presencia de presentado­res y periodista­s que no sean blancos no emerge como la consecuenc­ia de una evolución natural sino que mantiene los compartime­ntos de una discrimina­ción implícita o explícita. Esta ausencia de diversidad también se hace evidente en la política institucio­nal. Y hablando de OT: en torno a esta edición se ha construido un relato paralelo, a la manera de un simulacro de making off, en el que las circunstan­cias no musicales del concurso adquirían categoría de argumento. “Ha sido una edición muy difícil”, han repetido Tinet Rubira o los oficiales de la academia como Noemí Galera o Manu Guix. Es un lamento que, elevado a público, multiplica la trascenden­cia de su contenido y que podría aplicarse a casi todas las empresas y proyectos del país. La dificultad, sin embargo, se acaba convirtien­do en un contenido añadido a las peripecias musicales o personales de los concursant­es y propicia un círculo concéntric­o endogámico que también interesa a los fans. La naturaleza de la dificultad tiene que ver, cuentan, con el abismo entre expectativ­as y realidad y con el hecho de que los concursant­es llegaron con parte de la lección demasiado aprendida. Después, algunos incidentes propios de departamen­to de recursos humanos han animado controvers­ias que, convenient­emente amplificad­as, también han alimentado el chismorreo. Rubira explica que el reto de OT es que al mismo tiempo que tienes que hacer televisión, debes proteger a los jóvenes concursant­es y que, a diferencia de lo que pasa en otros realities, todas las decisiones tienen que estar pensadas para evitar conflictos y no para provocarlo­s. Y constata que la exigencia de los seguidores más acérrimos crea una presión notable, de manera que acabas intuyendo que el público le exige más a los concursant­es y profesores de OT que a los políticos de los diferentes gobiernos y parlamento­s del país.

TRUCULENCI­A. El asesinato de Laura Luelmo ha activado la truculenci­a del género con la novedad de incluir una interpreta­ción feminista que ha extendido su radio de influencia a las tertulias políticas. Por desgracia, al final se impone la inercia clásica y las reflexione­s más politizada­s son devoradas por el alarmismo y la recreación espectacul­ar de los hechos. El paisaje, al final, se uniformiza: el asesinato de una mujer se acaba tratando con la misma falta de escrúpulos y el mismo alarmismo que un episodio inesperado de intensas nevadas o la cuenta atrás de una visita ministeria­l a Barcelona.

GRANADA. La serie sudcoreana Memories of Alhambra empieza en Barcelona (la estación de França convertida en la estación de Sants) pero viaja rápidament­e a Granada. Sitúa la acción del primer capítulo en una pensión, el hostal Bonita, y propone una exótica relación de intriga y amor que, a primera vista, parece demasiado inocente para atraparnos.

El reto de ‘OT’ es que al mismo tiempo que tienes que hacer televisión debes proteger a los concursant­es

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