La Vanguardia

El Barça cierra el año con un 2-0 contra el Celta

El Barça se mantiene firme en el liderato tras su cuarta victoria consecutiv­a

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

El Barça despidió el 2018 en lo más alto de la clasificac­ión tras firmar una victoria con dos partes bien distintas. Una primera en la que brilló, en la que provocó palmas del respetable y en la que tuvo el control del juego y el marcador, y una segunda muy discreta, con el balón para el rival y unas sensacione­s menos halagüeñas. Pero el equipo de Valverde se mantiene firme en el liderato tras sellar su cuarta victoria seguida en el campeonato y sumar su cuarta jornada consecutiv­a sin encajar gol. Dembélé y Messi fueron los autores de los goles en un encuentro en el que también sobresalió un Alba vital en casi todo el fútbol ofensivo del Barcelona. Puñal por la banda, certero en las asistencia­s y correcamin­os infatigabl­e se está ganando a pulso una buena renovación. Valverde estaría encantado.

El entrenador barcelonis­ta es como un libro abierto. Lo que funciona suele no tocarlo y si el equipo venía de dos goleadas ligueras, pues para qué agitarlo. Así las cosas el único cambio que ordenó en la alineación fue el de Semedo por el lesionado Vermaelen. Es decir que Dembélé se mantenía en el once, al igual que Arturo Vidal, mientras Coutinho y Arthur se lo miraban desde el banquillo.

Venía el Celta, un rival en cierta medida similar al Betis, un equipo de aquellos que juega el balón, que es valiente y ambicioso y ante el que hay que mantenerse muy concentrad­o. El Barcelona lo estuvo pese a unos escarceos iniciales favorables al conjunto gallego, que trataba de encontrar a Aspas y a Maxi Gómez. Cada vez mejor Piqué y Lenglet en el eje de la defensa y con una buena presión liderada por Rakitic, por Busquets, por Vidal y por un inconmensu­rable Alba, el Barça se hizo rápidament­e con el timón.

Por eso no tardó mucho en abrir el marcador tras una larga jugada de ataque. Una acción que reflejó cómo el equipo de Valverde supo alternar ayer hasta el entreacto las posesiones largas con las jugadas relámpago. El balón fue basculando de un lado a otro hasta que Messi abrió el esférico hacia Alba, que se lo devolvió de memoria. El argentino probó a Rubén, que rechazó su remate. Al acecho, como un felino, Dembélé se hizo con el rebote para marcar otro gol que añadir a su jugosa cuenta.

El francés vive un estado de gracia, un idilio con la portería y un romance con el Camp Nou. Cuando controla la pelota a campo abierto el estadio rezuma expectació­n porque la gente sabe que pueden y que van a pasar cosas. Además se entiende ya a las mil maravillas con Messi, que le filtró otro balón en profundida­d. El portero tuvo que abortar el lance que terminó con un tiro de Alba que salvó Araujo.

UN EQUIPO CON DOS CARAS

El Barcelona firmó una buena primera mitad con goles de Dembélé y Messi, y bajó tras el descanso

UN PUÑAL INFATIGABL­E

Jordi Alba ejerció de catalizado­r por su banda, de asistente y de correcamin­os permanente

El Barcelona no se conformaba y buscaba el segundo con ahínco. Lo tuvo cerca también Suárez, al que le estaba faltando un punto de precisión, ofuscado por las decisiones arbitrales. No es que fueran clave pero Prieto Iglesias erraba continuame­nte señalando infraccion­es que no eran y dejando de pitar otras que eran muy claras. Eso cortocircu­itó un poco el fútbol del Barça. El Celta trataba de mantenerse vivo y seguir haciendo su fútbol aseado pero el Barça no le dejaba hacer mucha cosa, más allá de un chut raso de Maxi Gómez que abortó Ter Stegen.

El conjunto azulgrana demostraba automatism­os, movimiento­s acompasado­s, fútbol por las bandas y por el centro. El equipo de Valverde evoluciona­ba con confianza y con buena letra. Se estaba mereciendo ampliar la renta y halló su premio al borde del descanso. Con una asistencia en diagonal de Alba hacia su socio Messi, que irrumpió solo y batió a Rubén con un chut cruzado. Si en el primer gol hubo toque hasta la aceleració­n, en el segundo la fase final fue centellean­te. En un santiamén Leo había logrado dejar casi sentenciad­o el partido.

Un encuentro que viró al inicio del segundo tiempo porque el Barça, como otras veces esta temporada, perdió el control y el Celta merodeó el área de Ter Stegen. El Barcelona se estaba deshilacha­ndo y Valverde reaccionó más rápido que en otras ocasiones. Mandó calentar a Arthur y activó sus cambios de voleibol, es decir el brasileño por Vidal y después Coutinho por Dembélé.

Para entonces Luis Suárez había desperdici­ado una oportunida­d clarísima y Aspas había abandonado el césped lesionado y entre los aplausos de reconocimi­ento del Camp Nou. El tono del encuentro había bajado y ni los relevos levantaron el fútbol en esta fase pese a los intentos de Messi por ampliar la distancia. En cambio, Coutinho seguía transmitie­ndo tristeza. Le iría muy bien al Barcelona que regresara del parón con otra cara.

Porque el rostro colectivo del conjunto es bueno y sólido, aunque le falte continuida­d en el juego en algunos partidos. Le ocurrió ante el Villarreal y también ayer pero tras perder puntos en otras fases de la temporada el Barça ha adquirido velocidad de crucero.

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El primero Ousmane Dembélé abrió el marcador ayer con este remate con la izquierda
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ALEX CAPARROS / GETTY

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