Castigo máximo
Un Espanyol superior cae en el Metropolitano ante un Atlético que saca petróleo de un penalti
Pese a desarrollar un buen juego, el Espanyol vuelve a perder, esta vez ante el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano y de penalti (1-0), y encadena su sexta derrota consecutiva en la Liga, con la que iguala una racha negativa que se remonta a la temporada 2003-2004, cuando Javier Clemente apuraba su última temporada al frente del banquillo blanquiazul.
El Espanyol volvió a perder en el Metropolitano y encadenó su sexta derrota consecutiva en la Liga, igualando una racha que se remonta a la temporada 20032004, cuando Clemente apuraba su última temporada al frente del banquillo blanquiazul y que se empareja con la peor en la historia del club.
Fue en el partido en el que menos lo mereció, tras firmar una buena actuación y sumar ocasiones. Pero ante un rival como el Atlético eso importa muy poco cuando se perdona y cuando delante se planta un equipo con tan poca pegada como tiene este Espanyol. Porque un simple penalti bastó a los locales para llevarse el gato al agua y seguir en la pugna por el liderato. Los blanquiazules, por su parte, ya miran hacia abajo. La situación aún no es preocupante, cierto, pero la crisis es evidente, por mucho optimismo que trate de transmitir Rubi.
Pese a sus bajas –Lemar y Diego Costa se sumaron a última hora a las ya conocidas de Filipe, Lucas y Giménez–, Simeone tiró de fondo de armario y pudo presentar un once reconocible pese a contar con hasta tres jugadores del filial en el banquillo. Menos problemas tenía Rubi, por más que decidió hacer algunos ajustes en su alineación. El principal, sentar a Marc Roca para situar en su lugar a Granero y a Óscar Duarte como interior, una posición nueva para el costarricense. El canterano sólo se había perdido un partido de Liga, el de Getafe, al estar aquejado de gastroenteritis, aunque su error ante el Betis lo tuvo que expiar ayer.
A la espera de Hermoso, el lugar de Duarte en el eje de la defensa lo ocupó un reaparecido Naldo, que aprovechó la ocasión para reivindicarse exhibiendo un buen nivel tanto al corte como al ataque. El Espanyol, pese a la ausencia de Roca en la salida de balón, no dejó de ser ese equipo atrevido que no dudó en asumir el control del juego e irse para arriba ante un Atlético que, como en tantos otros partidos, propuso poco y se limitó a vivir del error del rival. Una paradoja en un equipo que a estas alturas salía luchando por el coliderato.
Así las cosas, fue el Espanyol el que asumió de entrada la responsabilidad del partido y el que primero trató de hacérselo suyo. Eso sí, pronto evidenció sus carencias de medio campo para arriba, con un Borja Iglesias demasiado solo en punta y con un Baptistão y un Sergio García por las bandas convertidos en un querer y no poder.
Aún así. justo antes de cumplirse la media hora de juego fue el Espanyol quien dispuso de una doble ocasión en las botas de Baptistaõ para adelantarse en el marcador tras una asistencia de Borja, que recibió un balón al hueco. La primera la detuvo Oblak, la segunda la repelió el palo izquierdo del meta local. Antes de eso, el ariete gallego incluso se había atrevido con una vaselina de más de 30 metros para sorprender al meta local que éste desvió a córner. Fueron las ocasiones más claras de un primer tiempo de dominio visitante y algún que otro disparo suelto de Griezmann que Diego López detuvo sin más problemas.
Tras las reanudación, sin cambios por ninguna de las dos partes, el Espanyol salió con la firme in- tención de seguir a la suya, ejerciendo ese control con el que no había conseguido más que alguna buena ocasión. Un campo de cultivo perfecto para el Atlético que, en su caso, sí consiguió desequilibrar el partido a la mínima y, lógicamente, a su favor. Porque una acción confusa, en la que los españolistas reclamaron un fuera de juego, acabó en penalti que, esta vez sí, acabó pitando Melero López. Griezmann no perdonó desde los once metros para que su equipo comenzase ese segundo período dominando en el marcador prácticamente sin haberlo merecido. Nada nuevo bajo el sol que ayer, precisamente, no brilló en un gélido Metropolitano.
Rubi trató de reaccionar moviendo el banquillo y buscando revulsivos en Piatti y Melendo, sentando para ello a un Sergio García que había estado un poco gris y a un Naldo que había cumplido en el eje de la defensa. Después fue Pedrosa quien dispuso de los últimos minutos para tratar de aportar algo desde la banda izquierda. Pero todo fue en vano. Sí, el Espanyol estuvo ahí, vivo hasta el final, obligando a Oblak a despejar balones a córner, pero su posesión y su peligro fue tan estéril como siempre ante un rival acostumbrado a vivir en el alambre y que nunca temió por un empate tan rácano como suficiente.
CAÍDA EN PICADO
Los blanquiazules encadenan su sexta derrota igualando su peor racha histórica liguera
REAJUSTES
Marc Roca expió su error ante el Betis, Granero dirigió el juego españolista y Duarte jugó de interior