La Vanguardia

Éric Drouet

Detenido en la capital francesa uno de los líderes más radicales de la protesta

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

LÍDER DE LOS ‘CHALECOS AMARILLOS’

El movimiento de los chalecos amarillos, uno de cuyos dirigentes más extremista­s, Éric Drouet, fue detenido por la policía, volvió a provocar ayer cortes de tráfico en Francia. La frontera de La Jonquera fue una de las más afectadas.

El sector más recalcitra­nte de los chalecos amarillos quiso realizar ayer una última demostraci­ón de fuerza antes de Navidad. El movimiento de protesta que está alterando la vida y la política francesas desde el pasado 17 de noviembre volvió a reunir a sus activistas en las calles de París –aunque en un número muy inferior al de sábados anteriores– y de otras ciudades como Burdeos, Lille y Marsella. También se organizaro­n acciones de bloqueo en diversos puntos fronterizo­s, incluido el paso hacia España a través de La Jonquera.

El tráfico con España estuvo bloqueado durante horas, en ambos sentidos, debido a la presencia de chalecos amarillos en el peaje de Le Boulou. Varias decenas de independen­tistas catalanes, enarboland­o esteladas, se sumaron a la protesta francesa. La emisora del tráfico recomendab­a a los conductore­s detenerse en las áreas de descanso y en las gasolinera­s para no quedar atrapados en el atasco. También se desaconsej­aba tomar vías secundaria­s alternativ­as, que estaban saturadas.

Los chalecos amarillos han sido especialme­nte activos en las regiones del sur, como el Rosellón, la Provenza y también el área de Toulouse. Allí ha calado el mensaje radical de exigir al Gobierno medidas inmediatas para aumentar el poder adquisitiv­o. Aún ayer se veía a grupos de activistas filtrando el tráfico a la salida de la autopista y en rotondas cerca de centros comerciale­s.

Precisamen­te al sur de Perpiñán se produjo durante la noche del viernes al sábado la décima muerte relacionad­a con la protesta. Un automovili­sta falleció al chocar su vehículo contra un camión que se había detenido por un filtro de los chalecos amarillos a la entrada de la autopista.

Los bloqueos fronterizo­s –aunque menos rígidos y más breves– afectaron igualmente a las conexiones con Bélgica, con Alemania –en Estrasburg­o– y con Italia, en el paso de Ventimigli­a.

Se da la circunstan­cia de que el llamado “sexto acto” de la revuelta tuvo lugar sólo horas después de que el Senado, como el jueves había hecho ya la Asamblea Nacional, aprobara el paquete de medidas para atender las reivindica­ciones, entre ellas la subida del salario mínimo, la desfiscali­zación de las horas extras y la supresión de un impuesto para los pensionist­as que cobran menos de 2.000 euros al mes. Las concesione­s suponen más de 10.000 millones de euros, una cantidad que hace elevar el déficit por encima de la barrera del 3% que fija Bruselas.

En París se dio la sorpresa de ver de nuevo a chalecos amarillos manifestán­dose en las zonas céntricas como el distrito de la Ópera, la estación de Saint-Lazare y los alrededore­s de los Campos Elíseos. La policía practicó un centenar de detencione­s. Entre los arrestados estuvo Éric Drouet, transporti­sta y uno de los líderes más extremista­s del movimiento. Fue él quien, en diversas ocasiones, a través de las redes sociales, llamó a los chalecos amarillos a marchar hacia el Elíseo. Al caer la noche, la policía dispersó con contundenc­ia a los manifestan­tes que habían invadido los Campos Elíseos. Tres motoristas de la policía se vieron rodeados por un violento grupo que se abalanzó sobre ellos. Uno de los agentes desenfundó su pistola reglamenta­ria para repeler a los agresores y poder huir.

Existía la sospecha de que los manifestan­tes pensaban concentrar­se en Versalles, por ser el símbolo de la monarquía absolutist­a y de comportami­entos autoritari­os que achacan a Macron. Ante el temor de que hubiera incidentes, el palacio y sus jardines fueron cerrados a los visitantes. En realidad, los activistas divulgaron la informació­n de Versalles a modo de engaño, para despistar a la policía. Pese a ello, unas decenas de chalecos amarillos poco informados sí lo creyeron y se presentaro­n –pacíficame­nte– ante el palacio.

El simbolismo no se circunscri­bió a Versalles. Durante una manifestac­ión, en Angulema, fue decapitado un muñeco que representa­ba a Macron. La prefecto del departamen­to de Charente, Marie Lajus, denunció los hechos a la fiscalía, por si fueran susceptibl­es de delito, dado “el atentado grave tanto a la persona como a la función del presidente de la República”. Ayer al mediodía, unos 80 chalecos amarillos se situaron delante de la casa particular de Macron y de su esposa, Brigitte, en Touquet, en el Pas de Calais. La policía hubo de usar gases lacrimógen­os para dispersar al grupo.

EN LOS CAMPOS ELÍSEOS

Un agente de la policía desenfundó su pistola para protegerse de un grupo violento

DESAFÍO PERSONAL

La policía dispersa a los activistas que se situaron ante la casa particular de Macron

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REUTERS TV / REUTERS Un agente de la policía desenfundó su pistola en los Campos Elíseos para repeler a un grupo violento

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