Y Rakitic lo jugó todo
El Barça de Valverde acaba el año como lo empezó, como líder sólido (últimamente marca goles y no se los marcan) y haciendo de la regularidad su principal seña de identidad. Messi, como hace 365 días, sigue pasándosela a Alba sin mirar y por supuesto sigue siendo el mejor jugador del mundo; Gerard Piqué continúa compaginando como si nada su fenomenal liderazgo en la defensa con su faceta show business (ahora le doy un meneo histórico a la Copa Davis, el mes que viene compro el FC Andorra…); e Ivan Rakitic, cómo no, lo juega todo con el Barça, también con Croacia y si le invitan probablemente hasta la pachanga de los padres del cole. En fin, carbura el Barça entre moderada y francamente bien, según se le pregunte al melancólico Coutinho o al supersónico Dembélé.
La temporada, salpicada de debates recurrentes como el de la cantera (qué sería del club sin sus discusiones, si ya polemizaban nuestros abuelos en la rambla de Canaletes...), camina hacia sus meses decisivos y el Barça ha dejado de provocar sobresaltos, estabilizado y fiable, a la espera de que la Champions le diga realmente dónde se encuentra. Está la plantilla absolutamente concienciada acerca de la importancia de no fallar en Europa, sin descuidar el asunto doméstico porque Valverde, más competente en las competiciones largas, no lo permitiría, y porque el vestuario sabe que ese tipo de desconexiones colosales solo las sabe manejar el Real Madrid. Se proclamó ayer campeón del mundo el club blanco como si tal cosa, como hace meses levantó el cetro continental en medio de un año natural lleno de turbulencias, despedidas (Cristiano y Zidane), despidos (Lopetegui) e interinidades (Solari) que, trasladados a la idiosincrasia azulgrana, equivaldrían a un Camp Nou y alrededores homenajeando la atmósfera de Blade Runner: oscuridad, lluvia ácida y un mal rollo de tres pares de narices . Tienen un don.
Dos apuntes finales para despedir el año que no tienen nada que ver con lo expuesto pero apetece comentar:
1) El viernes, sin apenas repercusión, un club de Primera División, a petición de su presidente, sometió a votación si sus afiliados estaban cómodos aliándose comercialmente con una casa de apuestas, paso que han dado de alguna u otra forma los otros 19 clubs del campeonato. Los socios votaron “no”. Hablamos de la Real Sociedad, una entidad que ahora mismo navega en zona de nadie pero a la que distinguen gestos como el mencionado. ¿Sirve de algo este ataque silencioso de dignidad? Rotundamente sí. Por ejemplo para alertar sobre un mundo que hemos normalizado, que ha atropellado a la vieja quiniela y que se ha colado a través de móviles y ordenadores hasta el cerebro de toda la comunidad.
Y 2) Pasan los días, las semanas y los meses y hay otro asunto normalizado que en absoluto debería estarlo. Sandro Rosell pasará su segunda Navidad entre rejas. El expresidente del Barça lleva un año y medio metido en la cárcel. Se escribe pronto, pero es mucho tiempo para una persona cuyo delito no es de sangre y que todavía no ha sido juzgada.
Messi, hoy como hace 365 días, sigue siendo el mejor, lanzando pases a Alba sin mirar