Felicitando
Tuve que estar en Shenzhen, en el sur de China, más o menos a una hora de Hong Kong. En China consideran que Shenzhen es su Silicon Valley porque allí hay muchas empresas tecnológicas que son líderes mundiales. Pero yendo de Hong Kong a Shenzhen impresionan los larguísimos puentes que se han construido allí sobre el mar e incluso los túneles que permiten acortar el camino de forma importante. El crecimiento de Shenzhen ha sido extraordinario. He tenido que ir de vez en cuando durante los últimos 20 años y cada vez he visto construcciones nuevas impresionantes. Cuando veo a una ciudad volcándose con sus infraestructuras me viene inmediatamente a mi cabeza Barcelona, pero no la de hoy, sino la de los años ochenta. No sé qué nos pasó que nos obsesionamos con dotar a nuestra ciudad de infraestructuras magníficas. Ya habíamos hecho milagros, como meter bajo tierra el tren que pasaba por la calle Aragó y el que iba por la Vía Augusta desde plaza Molina a Sarrià. Pero seguimos haciendo las rondas, túneles como el de Vallvidrera, el de Vielha, el del Cadí, el de la Rovira. Todo el paseo de Gràcia, desde plaza Catalunya hasta Gran de Gràcia fue excavado para construir varias plantas de parking, subterráneo. Cientos de kilómetros de autopistas, una ampliación del aeropuerto, otra del puerto. Aquello no solo pasó en Barcelona. Ocurrió también en otras ciudades (Madrid, París, Boston).
A mí me pareció que el fenómeno requería ser estudiado y se me ocurrió montar en 1985 la Sociedad Española de Macroingeniería, dirigida por mi exalumno Ángel Díaz, con una oficia en la Diagonal de Barcelona. Enseguida se apuntaron los líderes de empresas de infraestructuras, como Eusebio Díaz-Morera de Túnel de Cadí, que
¿Qué sería de Barcelona sin sus grandes infraestructuras? Yo felicito las fiestas de un modo especial a quienes las hicieron
aceptó ser presidente de la asociación; Juan Entrecanales, de Entrecanales y Távora; José Lladó, de Técnicas Reunidas; Juan Molins Amat, de Cementos Molins; Rafael Villaseca, de Túnel del Cadí; José Luis Cerón, de Autopistas Mare Nostrum; Josep Miquel Abad, de la Oficina Olímpica; Julián García Valverde, de Renfe; Jorge Mercader Miró, de la Empresa Nacional Bazan; Felipe Prósper de IDOM; Carlos Ponsa, del Puerto Autónomo de Barcelona, y muchos más de estos niveles. Organizamos encuentros internacionales con ponentes como Frank Davidson, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), escuela muy comprometida con las infraestructuras en aquellos tiempos. Dos años más tarde nos copiaron y se creó en Massachusetts la International Association of Macro-Engineering Societies, con Uwe Kitzinger como presidente. Se habían creado asociaciones de macroingeniería en Japón, Canadá, Inglaterra y Australia.
¿Qué pudo pasar para que todo aquello se acabase de repente y estemos colapsando el mundo, hablando de cargarnos el tráfico, manifestándonos contra cualquier infraestructura que quiera hacerse o ampliarse? ¿Podríamos extraer unas gotitas de sangre de aquellos líderes de macroingeniería? La mayoría sigue en forma y activa. Podríamos aplicar la biotecnología a analizar esas gotitas y quizás encontrar alguna célula diferente que podríamos inyectar a los jóvenes ingenieros y arquitectos. O quizás una vitamina que estimule el crecimiento de estas células, la estructurina podríamos llamarla. Quizás el problema lo podrían resolver los farmacéuticos porque ya vemos que los políticos no lo van a resolver. En cualquier caso, ¿qué sería de Barcelona sin esos parkings, esas avenidas, esas rondas, esos túneles? Creo que es un momento adecuado para felicitar las fiestas muy especialmente a quienes nos construyeron todo aquello.