El disparo de un urbano a una perra provoca críticas a Colau
La alcaldesa pide testigos de la muerte del animal tras aumentar las protestas
Más de 3.500 personas se manifestaron el sábado por la muerte de la perra Sota, el pasado 18 de diciembre, tras recibir un disparo de un agente de la Guardia Urbana. Una protesta que tuvo réplicas en diferentes ciudades de España como Mérida, Madrid, Bilbao y València y que provocó que ayer la alcaldesa Ada Colau tachara, a través de sus redes sociales, la muerte del can de “horrible” y pidiera, como lo hizo la semana pasada su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, “testigos directos” de lo sucedido, a pesar de que el informe interno de la policía municipal concluye que el agente actuó en defensa propia. A cinco meses de las elecciones, a Colau se le abre otro frente: el sector animalista, con el que ya no había buenas relaciones.
“El Ayuntamiento de Barcelona ha demostrado en reiteradas ocanes siones que no tiene compromiso alguno con la protección de los derechos de los animales. La alcaldesa Ada Colau ha convertido la ciudad en un infierno para los animales”, se afirma desde el partido Pacma, que el viernes anunció una denuncia por vía legal contra la actuación de la Guardia Urbana “tras recibir información por parte de testigos presenciales”. Hay más denuncias presentadas por otras entidades, algunas, incluso por vía penal.
Y mientras, también se multiplican las campañas en redes sociales contra el Ayuntamiento por este suceso. Algunas reclaman depurar responsabilidades o, incluso, que inhabiliten al policía que disparó ya que desde el sector animalista se mantiene que su acción fue gratuita y que la perra sólo ladraba. Algunas de estas campañas ya rozan el medio millón de firmas.
Asimismo, Pacma también exige el cese del jefe de la Guardia Urbana, Evelio Vázquez, como máximo responsable de lo sucedido.
La semana pasada el Ayuntamiento acogió una reunión con entidades animalistas de la que salió el compromiso de revisar los protocolos para evitar que otro caso como el de Sota se pueda dar en la ciudad. Y se mantiene abierta una investigación. El encuentro también buscaba calmar unos ánimos que llevan revueltos desde hace tiempo. Ahora es Sota, pero hay muchas cuestio- abiertas. Sin ir más lejos, el estado lamentable del actual Centro de Acogida de Animales de Compañía (ver página siguiente) o, la persecución que, según Pacma y varias entidades, padecen en Barcelona los gatos callejeros, incluso, los de las colonias controladas. Durante el mes de noviembre hubo varias protestas.
“Lo diré tantas veces como sea necesario: la muerte de Sota ha sido un hecho horrible. Nos ha dejado imágenes de tristeza infinita. Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para esclarecer qué ocurrió en una investigación que sigue abierta”, remarcó ayer la alcaldesa, si bien el Ayuntamiento siempre ha defendido que la actuación del agente fue adecuada.
Según la versión del policía, la perra le atacó, le mordió en el brazo, y disparó porque le iba a atacar de nuevo, algo que confirma el informe de la Unidad de Deontología y Asuntos Internos. “Quienes hayan presenciado in situ lo ocurrido deben ponerse en contacto con el Ayuntamiento o si lo prefiere interponer denuncia directamente en el juzgado”, invitó ayer la alcaldesa.
El comentario de Colau no gustó en sectores de la Guardia Urbana y tampoco del propio Ayuntamiento. Ya no gustó que el viernes, la teniente de alcalde de Urbanismo, Movilidad y Ecología, Janet Sanz, también dijera a través de redes sociales que se sentía “conmocionada” por la muerte de Sota y prometiera aclarar todo lo sucedido. ¿Malestar por qué? Porque hay quien teme que, ante la nueva crisis, el gobierno local puede tomar partido por los animalistas y que no sea ecuánime. Y que, de nuevo, la culpable de todo acabe siendo la Guardia Urbana.
TESTIGOS DIRECTOS
La alcaldesa, como Pisarello, reclama testimonios de la actuación del policía
TENSIÓN EN CRECIMIENTO
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