Patriotismo en la botella

GEORGE Bernard Shaw decía que el patriotismo es el convencimiento que tu país es superior a todos los demás porque tú naciste en él. Lo del patriotismo cada uno lo entiende a su manera y lo siente o no en función de sus emociones, su personalidad, su contexto o su cultura. En su nombre se han escrito grandes hazañas y se han cometido tremendas catástrofes. Hay gente que intenta llevar el patriotismo incluso al terreno gastronómico o enológico, y de ellos es imprescindible desconfiar. Josep Pla en El que hem menjat nos pone en guardia sobre esta pretensión, que considera una veleidad romántica.

En el diario La Razón he encontrado un anuncio patrióticamente fascinante, que se explica por el momento que nos toca vivir: a página entera, un cava con nombre francés –Vin Doré 24K– se anuncia con los colores de la bandera española y una reproducción del escudo constitucional. “Los que amamos España, ¡os deseamos felices fiestas!”.

El anuncio es nuevo, pero el espumoso no. El crítico Juan Carlos Capel en El País lo calificó de “esperpento de lujo” en su crónica de hace unos años, lo cual, como todo, es opinable y posiblemente injusto. Pero aporta datos curiosos sobre este vino de una compañía de Asturias, que también prepara sidras gasificadas. Se trata de un espumoso elaborado en La Mancha con un popurrí de variedades: airén, sauvignon blanc, macabeo, al que se le añade polvo de oro. El cava lleva un gran escudo del imperio austrohúngaro, lo que es tan sorprendente como que el nombre esté en francés en la etiqueta o que se le introduzcan micropartículas de oro en suspensión que poco contribuyen a su calidad, aunque resultan decisivas para que el precio sea propio del mejor champán.

Dalí declaró a Melina Mercury que la cultura es lo que queda en el fondo de la copa del vino. El Vin Doré 24K deposita polvo de oro. Ya era hora de que alguien pusiera en valor la cultura. Eso sí es patriotismo,