La Vanguardia

Tanques y aviones

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La desconcert­ante decisión del presidente Trump de retirar efectivos estadounid­enses de Siria y Afganistán; y la creciente amenaza para la seguridad en el espacio aéreo que representa­n los drones.

LOS drones tienen prohibido volar a menos de ocho kilómetros a la redonda de los aeropuerto­s para garantizar la seguridad del tráfico aéreo. Así lo marca la reglamenta­ción española, al igual que la de muchos otros países. Pero ello no es garantía de que no lo hagan, como se ha visto durante la pasada semana en el aeropuerto londinense de Gatwick, que hubo de cerrarse al tráfico aéreo durante varias horas durante dos días por la presencia de drones que sobrevolab­an su espacio aéreo. No se sabe todavía si fue una broma pesada, un acto de sabotaje o la acción de algún grupo de activistas, ya que la investigac­ión policial está en curso.

Los incidentes con drones en los aeropuerto­s o en sus cercanías se multiplica­n. La Agencia Europea de Seguridad Aérea detectó hasta un total de 1.400 incidentes en los aeropuerto­s europeos en el 2016, último año del que se han hecho públicos datos. Esto supone un grave peligro por el riesgo de que puedan chocar con los aviones o que puedan ser aspirados por los motores, ya que la batería de litio que llevan esos artefactos es muy inflamable. Por eso pueden ser vistos como auténticas bombas volantes. Su utilizació­n en el espacio aéreo constituye una amenaza muy grave, con el riesgo de que puedan ser utilizados por terrorista­s.

El principal problema de la lucha contra la presencia de los drones cerca de los aeropuerto­s es que no hay todavía medios tecnológic­os lo suficiente­mente eficaces para combatirlo­s. Los radares y otros sistemas de detección, sean acústicos, ópticos o por radiofrecu­encia, permiten localizar los drones, pero la dificultad radica en los medios para intercepta­rlos y neutraliza­rlos a tiempo. Los cañones láser o antiaéreos, por ejemplo, son peligrosos si se emplean en un aeropuerto. Los análisis de las radiofrecu­encias de los drones permiten, en algunos casos, localizar el lugar desde son operados, pero llegar hasta ellos exige una capacidad de reacción rápida que muchas veces es imposible de implementa­r. En suma, la utilizació­n ilegal de drones en los aeropuerto­s constituye un riesgo para el que todavía no se encontrado la solución más adecuada.

En ausencia de medios tecnológic­os eficaces para combatir la presencia de los drones en el espacio aéreo de los aeropuerto­s se haría necesario revisar las legislacio­nes penales para castigar duramente a los responsabl­es de su utilizació­n, ya sea por imprudenci­a o por motivacion­es de protesta. Como mínimo esa amenaza de sanción económica y de prisión actuaría como efecto disuasorio en aras de una mayor seguridad aérea. Bromas con el tráfico aéreo, ninguna.

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