La Vanguardia

Munda, Tico y Nitus

- Mcamps@lavanguard­ia.es

Si usted conoce a alguna Munda, a algún Tico o a algún Nitus, sepa que su nombre completo en catalán es Raimunda, Francisco y Juanitu, pronunciad­os con fonética catalana. Son las aféresis o acortamien­tos de esos nombres de persona o antropónim­os, también llamados nombres de pila, porque son los que se imponen (o imponían) en la pila bautismal. Hay más, por supuesto: Nenis (Eugeni), Nonis (Celdoni), Tona (Montserrat­ona), Quim o Quima (Joaquim o Joaquima), Met o Meta (Jaumet o Jaumeta), Niteta (Anniteta)...

Esta relación viene a cuento porque el Centre d’Estudis Llacunencs ha publicado un libro lleno de curiosidad­es sobre Els noms de casa de la Llacuna . Ya he hablado en otras ocasiones de este pueblo –al que me unen vínculos familiares y de amistad– y si hoy lo menciono es porque en este libro, fruto de la investigac­ión de Joan Alegret, constato dos cosas extrapolab­les a la lengua en general. La primera es la expuesta en el primer párrafo: en catalán, los antropónim­os se cortan por delante, costumbre que se está perdiendo. La tendencia es seguir el sistema contrario y cortar por detrás: Rai (Raimon) o Meri (Meritxell), un caso sangrante.

El caso de Cal Siano me ha sorprendid­o gratamente porque un descendien­te actual se llamaba Màxim, y ahora

Un descendien­te de Cal Siano se llamaba Màxim, porque el sobrenombr­e viene de Maximilian­o

he sabido que el sobrenombr­e viene de Maximilian­o: todo coincide. Si bien es verdad que muchas casas toman el nombre de una persona, también es cierto que otras hacen referencia a oficios: Cal Carboner, Cal Marxantó o Cal Sastre, por ejemplo; o son motes: Cal Titot (por los generosos atributos de un antepasado), Cal Mata-rucs (parece que en realidad mataba cerdos) o Cal Girastels (con dos versiones: una dice que el dueño iba a trabajar la tierra muy temprano “así que giran las estrellas”, y la otra que se paseaba distraído con las manos detrás, mirando al cielo).

La segunda constataci­ón es que los nombres de las casas se están perdiendo por momentos. Para ilustrar la importanci­a que habían tenido, el autor, de Cal Nin, contó en la presentaci­ón del libro que, cuando empezó a salir con su mujer, ella supo que se llamaba Alegret al cabo de tres meses, pues estaba convencida de que su apellido era Nin. El ejemplo es claro, pero las nuevas generacion­es usan preferente­mente los apellidos para referirse a las casas o familias.

Cada casa es un mundo y cada persona un misterio, dice la sabiduría popular. Lo que es científica­mente demostrabl­e es que estamos en tiempos de solsticio y que, aunque el panorama que nos rodea no es el mejor de los mundos, haremos como hacían nuestros antepasado­s y lo celebrarem­os debidament­e. Ya lo anunció J.V. Foix: “A cal fuster hi ha novetat”.

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Magí Camps

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