La Vanguardia

Un crimen desata la venganza en Baró de Viver

Quemada la casa del hombre que presuntame­nte mató a tiros a un vecino de 42 años, la noche del sábado, en plena calle

- TONI MUÑOZ

La plaza Baró del Viver, en el distrito de Sant Andreu de Barcelona, es un enclave abrigado de grandes edificios de ladrillo repletos de viviendas, amontonada­s una sobre otra como si fuera una colmena. La plaza se abre como un valle de cemento entre una cordillera de ladrillo. La plaza ejerce de espacio común para que jueguen los niños y las familias tomen el aire y se relacionen entre ellas. En el seno de este extenso patio interior hay comercios que miran a la plaza. Ayer, a pesar de ser domingo, la tienda de alimentaci­ón seguía abierta. A todas horas aquel establecim­iento es un ir y venir de vecinos que acuden allí para comprar cualquier cosa.

Allí se dirigía Edu cuando fue tiroteado por la espalda. Iba a comprar al colmado y de paso aprovechab­a para sacar a pasear a sus perritas. Los vecinos oyeron perfectame­nte el estruendo de entre cuatro y cinco disparos que retumbaron entre las paredes de aquella comunidad. Es fácil deducir que el asesino lo estaba esperando. Eran las 21.45 de la noche del sábado. El fallecido tenía 42 años y deja una esposa y una niña de 3 años. Los Mossos han abierto una investigac­ión para tratar de encontrar al responsabl­e del tiroteo mortal aunque los vecinos no albergan ninguna duda sobre quién ha sido. Lo tienen clarísimo. De hecho, el propio Edu temió por su vida en los últimos días con lo que llegó a ir a una comisaría de Mossos para denunciar por amenazas al hombre que presuntame­nte luego acabó con su vida. En la comunidad resaltan que Edu vivió atemorizad­o sus últimos días. Según cuentan los vecinos, su supuesto verdugo, que no ha sido detenido, pertenece a una familia conflictiv­a que distorsion­a la armonía de esta humilde comunidad. “Todos sabemos quiénes son. Son unos inadaptado­s y el chico este es problemáti­co”, revela un joven que hace un corrillo en la plaza con la mirada posada en el conjunto de flores y velas que recuerdan al fallecido en el lugar donde fue asesinado. “En más de una ocasión le había sacado la pistola a más de uno”, cuenta otro en alusión al sospechoso.

Edu llevaba toda la vida viviendo en la plaza Baró del Viver. Era muy popular en la comunidad porque además había sido durante años el coordinado­r del club de lucha del barrio al que acuden muchos jóvenes para iniciarse en la modalidad grecorroma­na.

“Aquí ha muerto un héroe”, recuerda un joven que había estado a las órdenes de Edu cuando ejercía de monitor de lucha. “Siempre se enfrentaba a esta mala gente”. A la víctima, le apasionaba la lucha grecorroma­na, deporte que tuvo que dejar después de verse aquejado de graves problemas en las rodillas por los que tuvo que ser operado hasta en tres ocasiones. Renqueante y debilitado en las articulaci­ones se vio forzado a abandonar no sólo la lucha sino también el trabajo. En la actualidad, cobraba una pensión por discapacid­ad con lo que era más fácil verle paseando por la plaza. Los enfrentami­entos con su supuesto verdugo habían ido en aumento en los últimos tiempos. La merma de sus capacidade­s físicas, sin embargo, no debilitaro­n su alma de luchador. “Hace pocos días, se encaró con la familia porque estaban pegando a un niña y él les dijo: ‘pegarme a mi si queréis, pero dejad a la niña en paz’ y les metió una paliza a todos”. Esa fue una más, según los vecinos, en un enfrentami­ento personal que duraba desde hacía tiempo.

La comunidad se debatía ayer entre la conmoción y la inflamació­n. La ira amenazaba con desbocarse. Una concentrac­ión de repulsa convocada al mediodía a pie de plaza frente al lugar del crimen

Días antes el fallecido había denunciado por amenazas al que los vecinos creen que es el autor del crimen

Toda la familia del sospechoso huyó del barrio poco después de cometerse el crimen

desembocó en sed de venganza. Un grupo se desplazó hacia la casa donde vivía el supuesto asesino, y le prendió fuego. Tanto el sospechoso como toda su familia ya se habían marchado consciente­s de que irían a por ellos. Tenían claro que según la ley gitana la sangre se paga con más sangre o con destierro. Los Mossos d’Esquadra dan al presunto asesino por huido.

Desde aquel estallido violento que afloró tras el crimen, agentes de la policía catalana custodian la zona con un pequeño retén para evitar nuevos episodios. Mientras tanto, los vecinos de aquella comunidad de ladrillo seguían comentando horrorizad­os la muerte de uno de los suyos. La tienda seguía abierta y muchos de ellos aprovechab­an el trayecto para comprar una vela y ponerla en el lugar del crimen convertido en el santuario del recuerdo. “Todos somos Edu”, rezaba la pancarta junto a un crespón negro grafiteado en una pared que, cómo no, también era ladrillo.

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Una velas recuerdan el lugar donde fue tiroteado mortalment­e un hombre de 42 años en Barcelona
ANA JIMÉNEZ Una velas recuerdan el lugar donde fue tiroteado mortalment­e un hombre de 42 años en Barcelona

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