La Vanguardia

Papa Noel

- Enric Sierra

La copa de Navidad que ofreció la alcaldesa Ada Colau la semana pasada dio oficialmen­te el pistoletaz­o de salida a la campaña electoral de mayo. La propia Colau se refirió en su discurso al final de esta legislatur­a movida e inédita por la cantidad de vivencias que el Ayuntamien­to ha experiment­ado por primera vez y que van desde que una mujer ocupe el despacho de la alcaldía hasta la minoría de gobierno más reducida de la democracia en el capital catalana.

Escuchando las palabras de Colau sólo estaba presente uno de sus próximos rivales electorale­s, el socialista Jaume Collboni. El resto de los jefes de los grupos municipale­s están de salida como el exalcalde Xavier Trias, que dejará paso al exconselle­r Quim Forn; la líder de Ciudadanos, Carina Mejías, que cede el testigo al ex primer ministro francés Manuel Valls, y el veterano del PP Alberto Fernández, a quien intentará sustituir el empresario Josep Bou. ERC estuvo representa­da en el acto navideño por Montserrat Benedí, que acaba de sustituir al flamante conseller de Exteriors, Alfred Bosch, al frente de los republican­os y que dirigirá los cinco meses de transición que quedan hasta la llegada de su candidato, Ernest Maragall.

Por tanto, la copa de Navidad de este año tuvo un punto de despedida de una etapa municipal mientras flotaba en el ambiente un aroma de expectativ­a por los nuevos protagonis­tas que se incorporar­án en el 2019. La alcaldesa deseó suerte en esta contienda electoral que llega contaminad­a por aspectos políticos ajenos a la cotidianid­ad de la ciudad. Pero la tregua festiva sólo duró dos días. El viernes Colau vivió un último pleno municipal del año convulso porque sufrió la cuarta reprobació­n política a su gestión y por el plante que realizaron los grupos independen­tistas por la “excepciona­lidad” provocada en Barcelona debido a la reunión del Consejo de Ministros.

En este contexto y haciendo un rápido balance del mandato, me acordé de la súplica que hace unas semanas realizó en público Enric Truñó, un veterano de la política municipal de Barcelona. Truñó rogó que el próximo gobierno del Ayuntamien­to sea fuerte y que acabe con las miserias bloqueante­s que se han vivido estos cuatro años. Tiene razón este exconcejal socialista que compartió con Pasqual Maragall el puente de mando de la ciudad. Barcelona necesita fortaleza, voluntad para el pacto, generosida­d y, por tanto, también capacidad de renuncia a posiciones dogmáticas. “No se puede gobernar la ciudad con 11 concejales”, clamó con acierto Truñó en referencia a la actual minoría de BCOMÚ.

Es evidente que este buen propósito de Navidad a favor de los pactos tendrá muchas dificultad­es porque las elecciones municipale­s coincidirá­n con el final del juicio del proceso del 1-O, con los comicios europeos que aquí tendrán una clave soberanist­a por el papel protagonis­ta que ejercerán algunos de los políticos catalanes presos y, además, es muy probable que estemos en plena precampaña al Parlament y al Congreso. A pesar de todo esto, los barcelones­es se merecen un gobierno fuerte y de consensos políticos amplios para afrontar con ambición los próximos cuatro años. ¡Oído, papa Noel!

Barcelona necesita un gobierno fuerte a partir de mayo fruto de pactos y consensos políticos amplios

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