Feministas en la Colonia Roma
Retratado por Alfonso Cuarón en la película Roma, el barrio conocido como Colonia Roma de Ciudad de México fue escenario de la vida bohemia y subversiva de la vanguardia surrealista. Tres de sus residentes, en concreto tres mujeres, Remedios Varo (1908-1963), Leonora Carrington (1917-2011) y la fotógrafa húngara Kati Horna (1912-2000), fueron ganando protagonismo en un movimiento que se había caracterizado antes por un machismo bohemio.
Las tres fueron amigas inseparables. Horna –eclipsada durante su estancia en España durante la Guerra Civil por su pareja, Robert Capa– llegó primero en 1939 y en un estudio de la Colonia Roma llevó a cabo sus experimentos con el fotomontaje. Varo y su entonces marido, Benjamin Péret, se instalaron con Horna en 1940; Carrington dos años después. En Roma “las surrealistas cerraron filas para hacer llevadero el exilio; fumaban mucho, bebían poco”, se explica en la exposición.
Entre tanto, Frida Kahlo fue desarrollando su propio estilo dentro del mundo surrealista. Ya había llamado la atención de André Breton, que visitó México en 1938 y se marchó convencido de que “es el país mas surrealista de todos”.
Pero Frida – residente en otro barrio, Coyoacán, al igual que Diego Rivera y Trotski– no se llevó bien con las artistas surrealistas del exilio. Tildó a Carrington y Varo de “perras europeas”. “Frida envidiaba la libertad de ellas (Varo, Horna y Carrington) en una sociedad machista mexicana; al ser europeas estas tuvieron un estatus a la vez privilegiado y marginado; lo aprovecharon para hacer experimentos”, afirma Joanna Moorhead, autora del libro Surreal Friends.
Al igual que para Kahlo, el surrealismo y su fijación en el inconsciente, sería un vehículo para un nuevo surrealismo feminista que creció en la Colonia Roma escondido en una simbología onírica de pintoras fascinadas por el esoterismo oriental, el ocultismo, idea budistas , el misticismo oriental y la cábala. Varo retrata las posibilidades de superación femenina en el cuadro Ascensión al Monte Análogo, pero en otros cuadros como Papilla estelar (que no se incluye en la exposición) las mujeres parecen cautivas.
La vida del exilio fue tan vanguardista como su arte. Varo y Carrington solían preparar “cenas surrealistas” para burlarse de sus invitados que incluían tapioca disfrazada de caviar o tortillas hechas de pelos humanos.
Y también la vida sentimental. Varo mantuvo diversas relaciones de pareja y tuvo numerosos amantes pero sin jamás abandonar la amistad con sus exmaridos. Estos elogian a Remedios en una serie de cartas que pueden verse en la exposición. “(Gerardo) Lizárraga y Varo eran gente extraordinaria”, dice Blanca Oria, directora de Estrellado, un nuevo documental sobre el hasta ahora casi desconocido Lizárraga.