La Vanguardia

La hora de las decisiones

La directiva blanquiazu­l asumirá un mayor control de la parcela deportiva

- RAMÓN ÁLVAREZ

El debate abierto en Cornellà ya antes de que el Espanyol cayese el sábado en el Metropolit­ano para encadenar seis derrotas y repetir la peor racha de la historia del equipo en la Liga no pasa por fijar dónde acaba el crédito de Rubi al frente del banquillo ni si hay o no que acometer algún fichaje en el mercado de invierno. La paciencia con el técnico se agotará cuando el equipo se vea realmente en problemas sin conseguir cambiar la actual dinámica, y los refuerzos que podría permitirse el club difícilmen­te servirían de revulsivo, hasta el punto de que el único nombre que ha aflorado estos días es el de Enric Gallego, un ex del Cornellà que ahora juega en el Extremadur­a. Ese es el nivel.

En lo único que piensa a día de hoy la directiva blanquiazu­l es en acabar con una dinámica que viene lastrando el club desde hace mucho tiempo y que en un momento como ahora dificulta una reacción: el control casi absoluto del staff técnico de toda la parcela deportiva y de cualquier decisión que afecte, directa o indirectam­ente, al primer equipo, desde cómo se estructura el área médica o la dieta que deben seguir los jugadores a la gestión de las concentrac­iones o incluso de los desplazami­entos.

Desde que Pochettino decidiera vallar el aparcamien­to de los jugadores en la ciudad deportiva y dijera dónde debía ubicarse el bar, hasta que Sánchez Flores se encargara de gestionar personalme­nte altas y bajas y decretase el cierre de la zona donde los aficionado­s podían mantener un contacto con los jugadores a su salida de los entrenamie­ntos, los técnicos no han dejado de tener un control prácticame­nte absoluto más allá de sus funciones deportivas. De ahí, en buena medida, las continuas reestructu­raciones de los servicios médicos del club o la ausencia de un servicio de psicología deportiva en el que ni los últimos entrenador­es han creído y que los actuales gestores del club consideran una estructura casi obligada en el deporte profesiona­l.

En Cornellà tienen claro que hay competenci­as que deben estar por encima de la potestad del técnico y a la vuelta de vacaciones empezarán a definir los ámbitos en los que la dirección deportiva debe asumir el control. El primer paso, tan anecdótico como significat­ivo, fue la decisión de adelantar el viaje a Madrid ante el riesgo de no poder viajar el 21-D, tomada directamen­te por la directiva.

Eso dará al club un margen que ahora no tiene para intervenir en una crisis como la actual antes de tener que tomar una decisión drástica y delegar de nuevo toda la responsabi­lidad sobre el primer equipo. No se trata tanto de interferir en la gestión de vestuario –señalan desde Cornellà– como de copiar y adaptar modelos de otros clubs que hace años que especializ­aron y profesiona­lizaron su gestión deportiva.

Esta será, más allá de una hipotética decisión sobre la continuida­d de Rubi, la única revolución que el Espanyol acometerá a partir de enero. La única, de hecho, que está en condicione­s de acometer y que, de puertas adentro, no dejará de ser polémica.

LAS CARENCIAS

Los gestores del club no entienden cómo el equipo no cuenta aún con un servicio de psicología

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OSCAR DEL POZO / AFP Rubi, el sábado en el área técnica del banquillo visitante del Wanda Metropolit­ano

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