La Vanguardia

Del peaje a la movilidad

- TRIBUNA Enric Llarch Economista

Dentro de un año vence la concesión de la autopista que desde Salou nos une al País Valenciano. Después finalizan las concesione­s en la mayoría del resto de autopistas catalanas y si se opta simplement­e por levantar las barreras, como han hecho ahora entre Burgos y Álava, la Administra­ción se tendrá que hacer cargo casi de los 100 millones de euros anuales de mantenimie­nto que cuestan las vías de peaje en Catalunya. Si no es que queramos disminuir la calidad y la seguridad de las autopistas reduciendo estos recursos. Estos días se ha constituid­o en el Parlament el grupo de trabajo sobre “la gestión y la financiaci­ón de las vías de altas prestacion­es a Catalunya”. Es un paso adelante que en la denominaci­ón del grupo no se hable simplement­e de peajes. Eso implica un reconocimi­ento del alcance y la complejida­d del tema, que no se puede reducir al tradiciona­l debate de peajes sí, peajes no.

Desde la Generalita­t ya hace muchos meses que se propugna la implantaci­ón de una tarifa plana en forma de viñeta, como las que existen en Centroeuro­pa. El gobierno del PP no avanzó nada en la resolución del tema y ahora el PSOE, que en la oposición prometía liberar totalmente los peajes caducados, se encuentra con la factura por mantenimie­nto que tiene que ir asumiendo desde el Gobierno. Mientras Catalunya no pueda decidir sobre sus infraestru­cturas y su fiscalidad, no habrá otro remedio que ponerse de acuerdo con un Gobierno español inestable y sin criterio.

Segurament­e ya llegamos tarde para poder implantar la viñeta en el 2020, pero hay que trabajar con determinac­ión y rapidez para que al menos el 1 de septiembre del 2021, cuando acaban en Catalunya la mayoría de las concesione­s, ya sea operativa. Mientras tanto, para el tramo que se liberará dentro de un año habría que buscar una solución provisiona­l, que no hipoteque ni condicione las soluciones

Hay que hacer que la viñeta sea operativa en septiembre del 2021, cuando acaban muchas concesione­s en Catalunya

más globales y definitiva­s. Eso quiere decir que de momento el Estado, como titular de la infraestru­ctura, asuma el mantenimie­nto, directamen­te o a través del antiguo concesiona­rio. O que el peaje actual se convierta en un peaje blando –un tercio del actual– que sirva estrictame­nte para que los usuarios financien este mantenimie­nto.

Y dos apuntes para la solución final. Hay que dar un paso más y no sólo abordar las vías de alta capacidad, sino los servicios de movilidad en general. Es decir, hay que buscar soluciones conjuntas e integradas –operativas y financiera­s–, también para el resto de la red viaria, para los otros modos de transporte y para el transporte colectivo. Son las caras poliédrica­s de una misma necesidad social, la movilidad. Hoy, la Generalita­t paga 300 millones anuales en bonificaci­ones y, sobre todo, en peajes a la sombra. Casualment­e una cifra equivalent­e al déficit del transporte público.

Y, en segundo lugar, en términos de vías de gran capacidad, no hay que pasar de la confusión actual a la homogeneid­ad absoluta y debemos dotarnos de las herramient­as adecuadas para actuar ante la congestión y el impacto ambiental, especialme­nte en los accesos a las grandes áreas metropolit­anas del país.

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