Cura de chirigota
Un colombiano ejerció casi 20 años de párroco supuestamente sin haber sido ordenado sacerdote
Un colombiano ha ejercido durante casi veinte años como párroco de Medina Sidonia, en la provincia de Cádiz, al parecer sin haber sido ordenado nunca sacerdote.
Viente años como párroco, con la cantidad de sacramentos que debe haber impartido, quedaron en el aire la semana pasada para Miguel Ángel Ibarra Marín, un sacerdote colombiano que llegó en octubre pasado a la localidad gaditana de Medina Sidonia para hacerse cargo de las parroquias de Santa María La Mayor La Coronada y Santiago Apóstol. En Colombia consideran que su documentación es falsa y que nunca fue ordenado sacerdote.
La llegada de Ibarra Marín a la diócesis de Cádiz y Ceuta se produjo hace algo más de un año, en octubre del 2017, en virtud de un acuerdo firmado con el arzobispo de la archidiócesis colombiana de Santa Fe de Antioquía, Orlando Antonio Corrales García.
Como sucede en estos casos, el pretendido sacerdote, presentó la documentación correspondiente, que le fue aceptada, y se le dio destino. Primero en Jimena de la Frontera, un municipio del Campo de Gibraltar, donde actuó como párroco durante un año.
En octubre de este año fue destinado a Medina Sidonia. Le duró poco. Una información del portal Noticias Caracol de Colombia explicaba el pasado viernes que la archidiócesis de Santa Fe de Antioquía, a partir de dudas existentes sobre la autenticidad de la documentación del cura, llevó a cabo a una investigación en la que concluyó que su presunta ordenación, en 1998, no existió.
Eso no fue un obstáculo para que Ibarra Marín ejerciera como sacerdote durante 20 años en varias diócesis. Primero en su país y, desde hace algo más de un año, en España. A las autoridades eclesiásticas de Colombia les constaba una supuesta ordenación del religioso en enero de 1998 por parte del entonces arzobispo de Tunja, Augusto Trujillo Arango, en su capilla privada.
La mencionada investigación en Colombia, que incluyó entrevistas con religiosos de esta última diócesis, concluyó que el sacerdote cesado no llegó a ser ordenado en aquella ocasión.
Después de publicarse el caso en Colombia, la diócesis de Cádiz y Ceuta explicó en un comunicado que la archidiócesis colombiana les avisó el pasado 13 de diciembre que el hombre no había sido ordenado sacerdote. La conclusión llegó a partir de “una profunda investigación” llevada a cabo al recibir una denuncia de falsedad en la documentación.
“Inmediatamente conocido este hecho, en la tarde del mismo 13 de diciembre, la diócesis de Cádiz y Ceuta cesó al supuesto párroco de sus funciones”, señala el comunicado. La autoridad religiosa segura que “trabaja ya en la investigación correspondiente y la reparación de las consecuencias que haya podido acarrear la actuación de esta persona”.
Miguel Ángel Ibarra Marín se ha marchado supuestamente a Colombia para responder sobre las acusaciones ante la archidiócesis que le ha denunciado.
Entre las dudas que deja el caso de la presunta falsedad del sacerdote está la legitimidad de los sacramentos
La diócesis de Cádiz y Ceuta cesa al supuesto religioso tras el aviso de una archidiócesis de Colombia
La Iglesia en el país sudamericano asegura que los documentos de su ordenación son fraudulentos
que impartió durante su sacerdocio. Por ejemplo, ¿Son válidas las bodas y los bautizos que ofició Ibarra Martín?
En principio, según la doctrina de la Iglesia en otros casos parecidos a lo largo de los años, estos sacramentos, aunque puedan ser ilícitos debido a la posible falsedad del sacerdote, seguirán teniendo validez, puesto que su administración depende de la libre voluntad de los feligreses.
Queda por confirmar la falsedad de la documentación del sacerdote si este se defiende en Colombia ante las acusaciones de su cúpula jerárquica. En el caso de que, finalmente, Miguel Ángel Martín demostrara su inocencia ante la archidiócesis colombiana no habría daño aparente a la parroquia gaditana, aunque la diócesis de Cádiz y Ceuta se lamenta de que “hechos como este puedan ensombrecer la labor de sus párrocos y sacerdotes debidamente ordenados, que sirven a la Iglesia diocesana, cada día, de manera ejemplar”.