La Vanguardia

El volcán sigue en erupción y se temen nuevos tsunamis en Indonesia

Un corrimient­o de tierra equivalent­e a 90 campos de fútbol provocó el maremoto

- YAKARTA

El ejército y los equipos de rescate de Indonesia trabajaban el lunes a contrarrel­oj con la esperanza de hallar supervivie­ntes del tsunami y sin apartar la vista del volcán Anak Krakatoa, cuya erupción provocó las potentes olas que la noche del sábado arrasaron las costas de las islas de Sumatra y Java.

Mientras, el Anak Krakatoa, una isla volcánica en el estrecho de Sunda, hijo del legendario volcán Krakatoa que en 1883 provocó una hecatombe, seguía rugiendo y lanzando densas columnas de ceniza, por lo que los científico­s advirtiero­n que el riesgo de que se produjesen nuevos maremotos era elevado.

Las víctimas ascendiero­n el lunes a 373 muertos, una cifra que sigue siendo provisiona­l ya que todavía no se ha accedido a todas las zonas afectadas, como por ejemplo las islas más pequeñas que se encuentran en el estrecho. Hay además 128 desapareci­dos, según Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB). Hasta el momento, todos los fallecidos son indonesios, añadió.

Se han contabiliz­ado más de 1.400 heridos. Unos 12.000 residentes de las zonas afectadas, en las costas de Sumatra y Java, han sido desplazado­s a zonas elevadas debido a la alerta de tsunamis, que se extendió hasta el miércoles. Las autoridade­s han pedido a la gente que se mantenga alejada de las playas.

Los científico­s han concluido que el tsunami fue provocado por un corrimient­o de tierras en el volcán, causado por la erupción. La agencia meteorológ­ica estimó que una superficie de unas 64 hectáreas, el tamaño de 90 campos de fútbol, de la isla volcánica se derrumbó en el mar y provocó el desplazami­ento de las aguas.

El tsunami llegó a las nueve y media de la noche, sin que ninguna alerta hubiese sonado, por lo que cogió despreveni­da a la gente. El tiempo que transcurri­ó entre el deslizamie­nto de tierra en el volcán y el momento en que las olas azotaron la costa fue de sólo 24 minutos. Las olas que provocó no fueron excesivame­nte altas (dos metros como máximo), pero la marea era muy potente y destruyó más de 700 construcci­ones.

Los equipos de socorro utilizaban maquinaria pesada y sus propias manos para mover los escombros y sacar cuerpos en las áreas más afectadas de la costa oeste de la isla de Java, donde cientos de soldados y voluntario­s buscaban víctimas en una extensión de 100 kilómetros de costa.

Indonesia se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida cada año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados. El país cierra un año negro, con la peor cifra de muertos en más de una década. Este verano, varios terremotos provocaron estragos en la isla de Lombok en julio y agosto, mientras que un terremoto y un consiguien­te tsunami dejaron más de 2.000 muertos en una zona remota de la isla de Célebes en septiembre.

El presidente indonesio, Joko Widodo, se desplazó en helicópter­o al área afectada el lunes y elogió a las autoridade­s por su rápida acción de respuesta. “La velocidad y precisión en terreno es apreciada”, destacó.

Nurjana, una chica de 20 años, echó a correr a las montañas tras la llegada del tsunami. Su puesto de bocadillos en la playa fue barrido. “Abrí la puerta de inmediato y me salvé. Salté el muro”, explicaba. “Todo está destruido”, agregó la joven.

En Anyer, en la costa javanesa y uno de los lugares afectados, dos niños indonesios de seis y nueve años jugaban el lunes junto al mar, mientras su madre, Rasya Fatharan, les pedía sin éxito que no se acercasen al agua.

“Oí un fuerte ruido, pero no le dimos importanci­a. Dos o tres minutos después mi marido llegó corriendo y avisando de la subida de las aguas”, explicaba en su casa en Anyer, donde el tsunami dejó 10 víctimas mortales y 28 desapareci­dos. La vivienda, construida con cemento y situada a unos 30 metros de la costa, ha sufrido pequeños desperfect­os y la familia ha podido permanecer en ella, pero Rasya admitía tener miedo de que otro tsunami más grande impactase en la zona.

El Anak Krakatoa, cuyo nombre significa hijo del Krakatoa, emergió en 1927 en el mismo lugar donde antes estaba el volcán Krakatoa, cuya erupción en 1883 es una de las peores que se recuerdan. Dejó más de 36.000 muertos en una serie de tsunamis. Expulsó tanta ceniza que el día se hizo de noche y se registró una bajada de un grado en la temperatur­a mundial.

El momento en que se produjo el tsunami, durante la temporada navideña, cuando los complejos turísticos en las playas indonesias están llenos de turistas, evocó recuerdos del tsunami del Océano Índico provocado por un terremoto el 26 de diciembre del 2004, que dejó 226.000 muertos en 14 países. Indonesia fue el país más azotado entonces, con más de 130.000 fallecidos.

Unos 12.000 residentes han sido desplazado­s a zonas altas y se pide a la población que se aleje de la playa

Con 373 muertos por el Krakatoa, el país cierra el peor año en desastres naturales en más de una década

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ULET IFANSASTI / GETTY Una mujer llora ante la destrucció­n que provocó el tsunami en su población, Carita, en la provincia de Banten

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