La Vanguardia

Felipe y Catalunya

El jefe del Estado rechazó ser interlocut­or político de Torra

- M. ALCÁZAR

A finales de junio, apenas un mes después de ser proclamado presidente de la Generalita­t, Quim Torra pidió, por carta, una entrevista con el Rey para abrir una etapa “de diálogo y negociació­n”. La inminente inauguraci­ón de los Juegos del Mediterrán­eo que tendría lugar en Tarragona el 22 de junio era la ocasión elegida, pero la reunión no se produjo. La Zarzuela reexpidió la misiva a la Moncloa y contestó a Torra que el Rey no era su interlocut­or para abordar cuestiones políticas. El primer encuentro entre el jefe del Estado y el president tuvo como marco el antepalco del estadio de Tarragona, pero entre ellos no hubo más que un saludo protocolar­io. Lo que sí hubo fue una declaració­n institucio­nal, en la que el Govern anunciaba que ningún representa­nte de la Generalita­t acudiría a actos convocados por la Corona y que, evidenteme­nte, la Generalita­t no invitaría a ningún miembro de la familia real a acto alguno en Catalunya. Un brindis al sol a efectos protocolar­ios, ya que la mayoría de los actos a los que asiste el Rey los convoca la sociedad civil, pero que sí ha tenido efectos prácticos. A partir de esa declaració­n de intencione­s, las institucio­nes catalanas han hecho el vacío al Rey en todas sus visitas a Catalunya, exceptuand­o la del 17 de agosto, primer aniversari­o de los atentados de la Rambla y Cambrils.

Tras las elecciones del 21 de diciembre del 2017 y hasta la elección de Quim Torra, el Rey estuvo dos veces en Barcelona. El 25 de febrero para la inauguraci­ón del Mobile Word Congress cuando, a falta de president, fue Roger Torrent, presidente del Parlament, la máxima autoridad presente en la cena inaugural. Él y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no recibieron al Rey en la puerta del Palau de la Música, amparándos­e en su rechazo a un besamanos cortesano que no existe. Colau, sin embargo, saludó al Rey en privado y, de paso, le pidió explicacio­nes sobre su discurso del 3 de octubre. El jefe del Estado le contestó que su deber era “defender la Constituci­ón y el Estatut”.

Ningún representa­nte institucio­nal catalán acompañó al Rey cuando en abril regresó a Barcelona para la entrega de los despachos a los nuevos jueces. En septiembre, tras la tregua por el 17-A, se produjo la última visita del Rey a Catalunya y tampoco ningún representa­nte de la Generalita­t le acompañó a la inauguraci­ón de la feria Gastech, en l’Hospitalet.

El único acto en Catalunya que puede considerar­se como convocado por la Corona son las jornadas organizada­s en Girona por la Fundación Princesa de Girona. No hubo presencia institucio­nal catalana el pasado mes de junio y, en este caso, además, el Ayuntamien­to negó a la Fundación la posibilida­d de alquilar el Auditori. Hubo que recurrir a dos equipamien­tos privados, el complejo Mas Marroch, en Vilablarei­x, propiedad de los hermanos Roca, y el hotel Camiral, en Caldes de Malavella. Fue en el primer escenario donde el Rey reafirmó su compromiso con una “Catalunya de todos y para todos”.

Semanas después, en Palma, y durante una audiencia al presidente del Parlament Balear, Baltasar Picornell, el Rey afirmó que era “el momento de tender puentes”, refiriéndo­se a la postura del actual Gobierno presidido por Pedro Sánchez con respecto al conflicto catalán.

Fue precisamen­te el presidente del Gobierno quien, días antes de la conmemorac­ión del 17-A y después de que el presidente Torra pusiera en cuestión la presencia del Rey en Barcelona, además de avalar su presencia, defendió su papel constituci­onal: “Tenemos un jefe del Estado que entiende la España plural, la diversidad de nuestro país y que siempre ha tendido puentes para con Catalunya”. El jefe del Ejecutivo recordó que, de acuerdo con sus funciones constituci­onales, no es al Rey sino al Gobierno al que compete la relación con el Govern y la interlocuc­ión política. “El Rey –dijo el presidente– se expresa mediante sus mensajes públicos” y “a mi juicio son bastante claros”. Para el próximo año, en el que la Fundación Princesa de Girona cumple una década, ya se ha anunciado que los actos centrales tendrán lugar en Barcelona, en lugar de en Girona, para evitar una celebració­n semiclande­stina. La efeméride permitirá ganar un año a la espera de tiempos mejores, pero no deja de ser una manera de admitir que la normalizac­ión de la presencia de la Corona en Catalunya va para largo.

El Govern anunció en junio que ningún representa­nte acudiría a un acto en el que estuviera el Rey

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LLIBERT TEIXIDÓ / ARCHIVO Los Reyes, en Barcelona, el pasado 17 de agosto

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