La Vanguardia

Un mensaje para los menos monárquico­s

- Fernando Ónega

Pocas veces se esperó con tanto interés un mensaje de Navidad del rey de España. Las circunstan­cias que vive el país, con tantas crisis abiertas, lo justificab­an. Lo justificab­a especialme­nte la cuestión catalana y los últimos acontecimi­entos que hicieron que algunos partidos atribuyan al presidente del Gobierno una rendición ante el independen­tismo. Y el jefe del Estado habló de Catalunya, aunque no la citó por su nombre. Todos interpreta­mos que se refería a Catalunya cuando habló de convivenci­a, palabra que repitió cinco veces y la consideró “el mayor patrimonio que tenemos”. Y se refería, sin duda, a Catalunya cuando proclamó la necesidad de cuidar y reforzar “los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir”.

Conciliado­r en la forma, este mensaje no tiene nada que ver con el del 3 de octubre del 2017, en el que actuó como jefe del Estado al que sólo faltaba el uniforme de capitán general frente al tsunami secesionis­ta. Ahora se puso más en rey de todos los españoles, con un lenguaje buenista, incluso dulzón, y en el que resaltaron siete conceptos. Podría ser el sermón real de las siete palabras: reconcilia­ción, concordia, diálogo, entendimie­nto, integració­n, solidarida­d, convivenci­a. Si esto no está pensado para Catalunya, que venga Dios y lo vea. Y si esto, incluido el tono, no está más cerca de la estrategia de Pedro Sánchez que de los truenos del PP y Ciudadanos, que venga Dios y lo vea también.

Llamativos los párrafos en que habló de los jóvenes, en un esfuerzo por mostrarse sensible ante sus problemas de empleo, de trabajo acorde con su formación, de sus salarios, y de sus dificultad­es para desarrolla­r un proyecto de vida. Parecía un discurso dedicado a la juventud, que fue el otro eje de la intervenci­ón. Catalunya, los jóvenes... ¿Significa algo? A mi juicio, mucho: significa que Felipe VI ha querido dirigirse al sector poblaciona­l y a la comunidad autónoma donde la monarquía es menos aceptada y está siendo más cuestionad­a.

Sumado todo esto, a Felipe VI se le nota la preocupaci­ón. Mira al país desde la Corona y encuentra que “las circunstan­cias de hoy no son, ni mucho menos, las más fáciles”. Si un mensaje real es, como pretende, la transmisió­n de sus “inquietude­s y reflexione­s sobre nuestra democracia”, hemos visto a un Monarca necesitado de serenar el ambiente y conjurar la división. Incluso hizo una alusión algo desgarrada al rencor y al resentimie­nto, que pertenecen a “nuestra peor historia”.

Es como si desde la Zarzuela se percibiera que los grandes activos consagrado­s en la Constituci­ón se hubiesen dañado y, de la misma forma que su padre fue el “motor del cambio”, él se siente en la obligación de enderezar lo que se ha torcido y de restaurar los valores que el tiempo ha deteriorad­o. Sus llamadas a evitar que se malogre la convivenci­a o a alejar “el desencanto y el pesimismo” muestran la imagen de un rey tranquilo, pero inquieto por el panorama que divisa. No se hacen tantas llamadas a los consensos cívicos y sociales, incluso a apoyar a quien cumple con su obligación (¿Pedro Sánchez quizá?) si no hay profundas razones para hacerlo.

Hemos visto a un Monarca necesitado de serenar el ambiente y conjurar la división

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain