La Vanguardia

Otro fin del mundo es posible, fum, fum, fum

- Sergi Pàmies

En A vivir que son dos días (Ser) Juan José Millás explica un viaje en submarino y hace una memorable definición del oficio de escritor: “Ser escritor significa vivir rodeado de pánico y de bultos cuyas figuras no distingues y tú eres uno de esos bultos. Y, además, escribes a ciegas”. La claustrofó­bica definición de Millás sirve para definir los sentimient­os y las inquietude­s generados por la política catalana (de despachos y de calle) de los últimos días: bultos y tinieblas. Hemos tenido que volver a vivir un emparedado conceptual entre los que han azuzado el odio para sabotear el 21-D y los que, para compensar, minimizan los estragos de una movilizaci­ón desvirtuad­a por un asambleari­smo que actúa como prestación sustitutor­ia de unas institucio­nes incompeten­tes.

Para interpreta­rlo sin reactivar insomnios, podemos refugiarno­s en éxitos de la normalidad como los conciertos de Serrat y Pablo Alborán o aceptar como ciertas las cábalas recreativa­s de la risueña y conspirano­ica Bea Talegón en Preguntes freqüents (TV3), que ve infiltrado­s de Vox disfrazado­s de CDR allí donde Albert Rivera sólo veía españoles. Preguntes freqüents ha tenido la ocurrencia de escenifica­r un belén transtradi­cional con elementos de autoparodi­a, tan kitch como que el aeropuerto tenga que adoptar el nombre de uno de los presidente­s no votados de la Generalita­t.

La debilidad parlamenta­ria de Pedro Sánchez confirma que en el inestable universo de los símbolos, el factor humano es importante y que la legitimida­d democrátic­a no siempre la otorgan los votos. Quizás por eso, conviene seguir de cerca las consignas de Elisenda Paluzie para, más allá de la aparente tregua navideña, intuir cómo

Con o sin chaleco amarillo, la estrategia de insurrecci­ón evoluciona

evoluciona­rá la vía unilateral. En TV3, también defiende esta vía Carles Riera, de la CUP, que es una especie de suegro ideal que, en un tono de radiofonis­ta noctámbulo, es capaz de llamar a la subversión colectiva sin necesidad de exaltarse como un fanático vocinglero.

Con chaleco amarillo o pasamontañ­as, las estrategia­s de insurrecci­ón evoluciona­n. Y después de días de enorme tensión, desde Francia circula la fotografía de una pintada que, recogiendo el título de un libro del trío apocalípti­co ServigneSt­even-Chapelle, define la fatalidad melancólic­a de nuestro presente: “Otro fin del mundo es posible”.

¿Y el discurso del Rey? Las horas previas a su comparecen­cia han propiciado iniciativa­s interesant­es, como la de la empresa Kentucky Fried Chicken, que le ha pedido a Felipe VI que incluya la palabra pollo en su mensaje. Si el director general de la empresa fuera Carles Puigdemont, le habría pedido que dijera “pollo de cojones”.

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