Jamás de los jamases
Si todo es tan tremendo como dicen Casado y Rivera, los independentistas catalanes tienen que hacer lo imposible por mantener a Pedro Sánchez en la presidencia del gobierno. Según la teoría que ambos están desgranando en los últimos días y después del comunicado de la reunión del día 20 en Pedralbes, jamás de los jamases encontrarán a un político español más útil para sus intereses de ruptura y república: Sánchez es el hombre que se rindió ante el soberanismo, que se pliega con indignidad a todas sus exigencias, que acepta que hay un conflicto, que ignora la Constitución, que reconoce a Quim Torra la categoría de jefe de Estado extranjero y que sólo aspira a mantenerse en la Moncloa.
En consecuencia, los independentistas debieran arroparle con todas sus fuerzas y simpatías, permitirle aprobar los presupuestos generales del Estado para darle larga vida política y, si me apuran, hacer propaganda a su favor o cederle votos en Catalunya cuando lleguen las elecciones generales para ayudarle a ganar. Es que, según la teoría de los conservadores españoles, insisto en que un mirlo blanco así, rendido a las exigencias para construir el Estado catalán, no se encontró en toda la historia del nacionalismo y es improbable que se encuentre en el futuro. Sería irresponsable dejarlo caer y mucho más irresponsable forzar su caída retirándole el apoyo que le dieron en la moción de censura y en todos los decretos que Sánchez envió al Congreso de los Diputados.
Por todo ello, es posible que la probable renuncia del PDECat y Esquerra a presentar enmiendas a la totalidad de los presupuestos no se deba a las gestiones del Gobierno ni a la intermediación de Pablo Iglesias ante Puigdemont. Se debe a la imagen que de Pedro Sánchez se difunde desde las fuerzas políticas de la derecha. Sobre todo, si se piensa que proponen imponer el 155 e incluso, como repitió el domingo Pablo Casado, ilegalizar a los partidos independentistas. No me extrañaría que el señor Sánchez estuviese celebrando y hasta estimulando el aluvión de ataques que recibe. Si es cierto que sólo pretende hacerse fuerte en la Moncloa, esos ataques son para él un inesperado regalo de Navidad.