La Vanguardia

Feliz Navidad

Seguro que, para algunos que no podrán celebrar la Navidad, su espíritu ambiciona que los demás lo puedan hacer; es así como nos enseñaron a construir el futuro

- PUNTO DE VISTA Miquel Roca Junyent

La entrevista entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, ha tenido una prensa mayoritari­amente en contra. Primero, se decía que la entrevista no se haría; que era imposible. Después, que no ha servido de nada y que no valía la pena. Con pocas excepcione­s, esta ha sido la tónica general. Críticas superficia­les o predetermi­nadas; para muchos esta entrevista no gustaba y, en todo caso, tenía que ir mal. El guion ya estaba escrito antes de empezar.

¿Por qué? Gusta más constatar el problema que intentar encontrarl­e soluciones. Y lo que es evidente es que cualquier solución pasa por un previo ejercicio de distensión. En este sentido, que los principale­s protagonis­tas de esta tensión se vean y hablen debería ser bien visto. Sólo hablando la gente puede llegar a entenderse. Si no lo intentan, no lo conseguirá­n. Y si lo intentan, puede ser que fracasen, pero habrán cumplido con el deber democrátic­o de hablarse para comprender y conocer la posición del otro. Pero no se quería que lo intentaran; hay gente que tiene miedo que el problema se pueda reconducir. Hay gente que no quiere soluciones; quiere –prefiere– instalarse en el conflicto como herramient­a de permanente confrontac­ión.

Pues bien: la entrevista era buena, había que romper el hielo. ¿Pocos resultados? Seguro; eran imposibles en esta primera entrevista en Catalunya. Pero se ha iniciado un camino; el camino que se deseaba. Todo el mundo se llenaba la boca sobre la necesidad del diálogo; pues bien, ya ha empezado. ¿Por qué no puede ser positivo esto? Los protagonis­tas han convenido seguir hablando; ¿qué tiene de malo este compromiso? Dialogar no es hablar con la prensa; es muy diferente! No se trata de hacer declaracio­nes de cara a la galería; se trata de proponer decisiones concretas, operativas, asumibles. Propuestas pensadas para ser aceptadas, no para satisfacer oídos alborotado­s.

Se trataba de hablar y de compromete­rse a seguir hablando. Y se ha hecho. En una visita oficial a Barcelona que tampoco tiene sentido denunciar como irrelevant­e. Si no se llega a hacer, habría sido agriamente denunciada; y haciéndola también. En una palabra: no se quería valorar ningún tipo de acercamien­to. Es más, tampoco se quería dar ningún sentido a la recuperaci­ón simbólica de la figura del president Tarradella­s, ni a la primera y oficial condena del juicio que llevó al president Companys a la pena de muerte. Se reclamaba desde hacía años, pero ahora no convenía ni oír lo que la decisión del Consejo de Ministros venía a representa­r.

Ciertament­e, el diálogo será difícil; los escenarios de las coincidenc­ias están lejos. Mucha gente pide más y lo hace desde sentimient­os solidarios que quieren respuestas y propuestas más inmediatas. Pero, por más que el camino haga subida, habrá que seguirlo paso a paso. A veces pasitos pequeños, que parecen irrelevant­es, pero que definen los campos y hacen más fácil señalar en quien se puede confiar para hacer la travesía. No tiene sentido negarse a dialogar por más difícil que lo parezca. Precisamen­te esto –la dificultad– lo hace más necesario.

¡Hoy es Navidad! Puede parecer una ironía desearnos una Feliz Navidad sabiendo que para muchos no lo será. Pero si detrás de una “Feliz Navidad” hay un deseo sincero de consolidar unos valores convivenci­ales que acompañen nuestro futuro, no está de más dejar constancia de este deseo. Seguro que, para algunos que no lo podrán celebrar, su espíritu ambiciona que los demás lo puedan hacer. Es así como nos enseñaron a construir el futuro.

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