Un resbalón causó la tragedia de los alpinistas en Perú
Pablo Belmonte, superviviente, relata el accidente en el que murieron sus amigos
El padre de uno de los jóvenes fallecidos el domingo en el accidente de montaña de Perú señaló ayer en Cerdanyola del Vallès, durante el minuto de silencio que rindió a los chicos el Ayuntamiento, que le quedaba el consuelo de que su hijo se había ido feliz. “Ha disfrutado de la vida y se ha ido haciendo lo que le gustaba”, manifestó sereno, arropado por sus conciudadanos. La última grabación de los cuatro amigos de 26 años coronando la cima del nevado Mateo de los Andes, a 5.150 metros de altura, sonriendo, los muestra exultantes. “We are right here”, bromean mientras les graba, probablemente, el experimentado guía peruano que les ha acompañado, Rubén Darío Alva, de 39 años.
Poco después, a 200 metros del descenso, un resbalón de uno de ellos arrastra y precipita al resto colina abajo debido a que van encordados. Una capa de nieve se desprende de la ladera en forma de avalancha y los sepulta.
Pablo Belmonte, el único que puede caminar, desciende la montaña y pide ayuda en el puesto de auxilio. En ausencia de helicóptero en Carhuaz –pese a las diez muertes acumuladas en los dos últimos años–, veinte miembros de la Unidad de Salvamento de Alta Montaña de Caraz de la Policía Nacional y de la Asociación de Guías de Montaña del Perú se trasladaron a la zona del accidente y salen de inmediato al rescate del grupo, con linternas y luces de móviles, pues cae la noche. Siete horas después, a las 5.30 horas de la madrugada, regresan con los cuerpos sin vida de los tres jóvenes catalanes y el guía peruano que murió en el camino de regreso.
Belmonte, que ayer salió del hospital de Huaraz, situado a 82 kilómetros del lugar del accidente, y al que fue trasladado debido a las lesiones ocasionadas en la caída, mantuvo una entrevista con Antena 3 en la que relató esta secuencia de hechos: “Resbalamos y nos fuimos los cinco, la avalancha la provocamos nosotros”.
Los cuerpos sin vida de Adrià, Sergi y Gerard fueron trasladados a la misma localidad de Huaraz, a 400 kilómetros de Lima, hacia el norte. Nada más conocer la noticia, los familiares de los chavales viajaron a Perú y la embajada española en el país está procediendo a agilizar los trámites de repatriación de los cadáveres.
“Llevaban tiempo preparando este viaje”, indica una discreta compañera de universidad de Adrià y Sergi, ingenieros industriales y que el año pasado finalizaron el master en la UPC. Pablo estudió Ingeniería técnica de audiovisuales en Terrassa (UPC) y Gerard, Económicas en la Pompeu Fabra. Los cuatro residían en el Vallès, entre San Cugat y Cerdanyola.
Coincidieron de niños y adolescentes en las escuelas de la Fundació Collserola, que ayer emitió un sentido pésame por la muerte de sus exalumnos. Sergi fue a la escuela Avenç (San Cugat del Vallès) y el resto a la Ramon Fuster (Bellaterra). Todos acabaron de compañeros en el bachillerato en el Frederic MistralTècnic Eulàlia de Barcelona, excepto Pablo, que ya mantenía lazos de amistad con el resto.
Tras la universidad, y al acabar el master en ingeniería, Adrià se quedó a vivir en Chile, donde cursó un programa de intercambio internacional de postgrado. En mayo, los cuatro amigos comenzaron a diseñar un largo viaje cubriendo itinerarios y escaladas en Bolivia, Brasil y Chile. Llevaban cinco meses viajando por Latinoamérica. Desde hacía 17 semanas estaban en Perú. Los glaciares de la Cordillera Blanca eran su objetivo.
En la última foto que colgó Adrià en su Instagram el domingo aparecen tres de los cuatro amigos de espaldas, mirando la montaña, probablemente el nevado Taulliraju. Están siguiendo la travesía de Santa Cruz. Adrià deja el nombre de una canción (Niña voladora) y expresa un deseo: “Que el 2019 ens segueixi regalant experiències com les de l’any anterior”.
La noticia golpeó ayer a las poblaciones en las que vivieron. Los consistorios de San Cugat y Cerdanyola guardaron cinco minutos de silencio en los que la población salió a la calle a arropar a los familiares. Se declaró un día de luto y la bandera lucía a media asta. La Fundación Collserola que aglutina los colegios donde estudiaron emitió un sentido pésame: “estamos consternados”. La Universitat Politècnica de Catalunya y la Pompeu Fabra se sumaron a las condolencias. La colla castellera Gausacs, el Esbart Dansaire, el club de Balonmano de San Cugat y el de Valldoreix en el que Sergi era jugador también trasladaron ayer el pésame a la familia. El Club de Valldoreix escribía “Sergi, te esperábamos... siempre serás nuestro 13”. El Ayuntamiento de Sant Cugat activó ayer los servicios de ayuda psicológica para atender a los familiares y amigos de los jóvenes vecinos de la localidad fallecidos en los Andes, según informa Paloma Arenós. La Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya y el Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC) están colaborando para agilizar la repatriación de los cuerpos y el traslado del único superviviente, Pablo Belmonte.
Los jóvenes de Sant Cugat y Cerdanyola habían coincidido en colegios y en la universidad