Violencia política en Alemania
Herido de gravedad un diputado de AfD en una brutal agresión en Bremen
La brutal agresión a un diputado de ultraderecha ha sacudido a la clase política alemana, que salió en tromba a condenar el ataque sufrido por este dirigente de un partido habituado, en la práctica, a cohabitar con el repudio sistemático de las otras fuerzas políticas. Frank Magnitz, de 66 años, parlamentario en el Bundestag y líder regional en Bremen de Alternativa para Alemania (AfD), resultó gravemente herido al ser atacado el lunes por la tarde en esa ciudad hanseática –que como Berlín y Hamburgo posee el rango de estado federado– por tres personas con la cara tapada, según informaron la policía y el partido. Magnitz se halla hospitalizado y con protección policial.
“Dadas las funciones de la víctima, creemos que se trata de un acto con motivación política”, subrayó la policía, por lo que la investigación se halla en manos de la Fiscalía de Bremen y de las autoridades federales encargadas de investigar delitos políticos y contra el Estado. Según el comunicado policial, el ataque se produjo hacia las 17.20 horas del lunes cerca del teatro ubicado en la plaza Goethe de Bremen.
En su comunicado, la AfD precisó que los agresores, embozados, golpearon a Magnitz con un palo de madera “hasta dejarle inconsciente, y siguieron dándole patadas en la cabeza cuando ya se encontraba en el suelo”. El partido aclaró que “gracias a la valiente intervención de un obrero (...), Magnitz salió con vida”. La AfD regional hizo pública una foto del diputado, inconsciente en una cama de hospital, con el rostro sangrante y tumefacto y con un corte largo y profundo en la frente.
Políticos de todo el espectro, incluido el portavoz de la canciller democristiana, Angela Merkel, reprobaron con firmeza el asalto, mientras la cúpula de la AfD lo atribuía a la violencia de los antifas (antifasxander
cistas de extrema izquierda) y lo enmarcaba en un clima general de supuesto hostigamiento contra el partido por parte de clase política y prensa. “El ataque cobarde y con riesgo para su vida contra Frank Magnitz es el resultado de la agitación constante contra nosotros que practican los políticos y los medios”, afirmaron en una nota Ale- Gauland y Jörg Meuthen, copresidentes del partido.
En una carta dirigida a Magnizt, el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, afirmó que “cualquier forma de violencia contra un representante elegido es un ataque contra nuestro Estado constitucional”. Steffen Seibert, portavoz de Merkel, condenó “con fuerza” la agresión y confió en que “la policía detenga pronto a los perpetradores”.
Otros partidos incluyeron en su condena críticas contra la AfD. Así, el ecologista Cem Özdemir, tras confiar en que los agresores sean pronto detenidos, arguyó: “Tampoco hacia la AfD hay ningún tipo de justificación a la violencia. El que combate el odio con odio finalmente deja que el odio gane”. Andrea Nahles, presidenta del socialdemócrata SPD, sostuvo que “la AfD es un adversario político que se opone a nuestra sociedad pacífica y tolerante, pero quien luche contra ese partido y sus políticos con violencia traiciona esos valores y pone en peligro nuestra coexistencia”.
Desde la entrada de la ultraderecha en el Bundestag tras las elecciones de septiembre del 2017, y su presencia en los 16 parlamentos regionales, el clima político se ha tensado mucho. Por una parte, la AfD emplea una retórica agresiva que ha influido en la atmósfera hasta ahora relativamente apacible en los hemiciclos. Y por otra parte, el aislamiento al que la han sentenciado los demás partidos abona la tesis de sus dirigentes de una “agitación constante” contra ellos orquestada por políticos y periodistas.
La AfD –que tiene ahora en los sondeos en torno al 15% de apoyos– siempre ha sostenido que muchos en la clase política en Alemania son indulgentes con la violencia de extrema izquierda. Los congresos del partido se realizan siempre bajo protección policial; en abril del 2016, unos cuatrocientos radicales de izquierdas y antifas cercaron con violencia a los delegados ultras en un congreso en Stuttgart. Y el jueves de la semana pasada, un explosivo escondido en un cubo de basura causó graves daños materiales a una oficina del partido en la ciudad sajona de Döbeln.
CON LA CARA TAPADA
El atentado, condenado por todas las fuerzas, lo protagonizaron tres encapuchados
SUPUESTO HOSTIGAMIENTO La AfD enmarcó el ataque en “la agitación constante” de medios y políticos contra ellos