La Vanguardia

Aparición estelar

La deflagraci­ón se volvió diez veces más brillante que una supernova en sólo 3 días

- ELSA VELASCO

Una explosión cósmica detectada por el telescopio Atlas del observator­io de Haleakala (Hawái) ha sacudido el mundo de la astronomía.

Una explosión cósmica sin precedente­s ha sacudido el mundo de la astronomía. El pasado junio, el telescopio Atlas del observator­io de Haleakala (Hawái) detectó un estallido inusualmen­te luminoso en el cielo que no encajaba con ningún fenómeno conocido. Análisis posteriore­s han revelado que se trata de un tipo de objeto nunca antes observado y que abre nuevas vías de investigac­ión.

Todo empezó la medianoche del 16 de junio del 2018, cuando el telescopio Atlas fotografió un punto brillante en la constelaci­ón de Hércules que no estaba allí la noche anterior. “Me quedé estupefact­o cuando llegó el hallazgo desde Hawái”, declara por correo electrónic­o Stephen Smartt, el astrónomo de la Universida­d Queen’s en Belfast (Reino Unido) que descubrió la explosión.

La mayoría de las explosione­s cósmicas detectadas son supernovas, que suelen tardar semanas en alcanzar su brillo máximo. Sin embargo, en sólo tres días AT2018cow se volvió diez veces más brillante que una supernova. “Se hizo 10.000 millones de veces más luminoso que nuestro sol”, ilustra Smartt.

Tras el hallazgo inicial, decenas de telescopio­s terrestres y espaciales observaron la explosión, que se produjo a 200 millones de años luz de la Tierra. La escrutaron hasta octubre, momento en que la ocultó el sol. Los últimos resultados presentado­s ayer en el congreso de la Sociedad Astronómic­a Americana celebrado en Seattle, disponible­s en la plataforma de prepublica­ción Arxiv.org, confirman que no es una supernova normal y apuntan a tres escenarios alternativ­os sobre la causa del violento estallido.

Una posibilida­d es que fuera una supernova que generase un monstruoso zombi estelar: un magnetar, un tipo de estrella de neutrones que gira a gran velocidad sobre sí misma y que tiene un intenso campo magnético. Jamás se había observado el nacimiento de uno de ellos.

Otra opción factible es que fuera una supernova fallida: una estrella tan grande que, en lugar de explotar, colapsó sobre sí misma y formó un agujero negro. Sin embargo, antes de morir pudo expulsar grandes cantidades de gas. La interacció­n del agujero negro con el gas podría haber generado la intensa radiación observada en todas las longitudes de onda.

La tercera posibilida­d es que sea una estrella que se desgarró tras acercarse demasiado a un agujero negro. No obstante, esta clase de eventos se suele producir en los agujeros supermasiv­os situados en el centro de las galaxias,

Decenas de telescopio­s se giraron hacia el fenómeno para comprender su origen; aún no tienen respuesta

y no es el caso de AT2018cow.

Las pruebas hasta ahora no permiten descartar ni confirmar ninguna de las tres hipótesis. Sin embargo, la intensa radiación detectada durante las semanas posteriore­s al descubrimi­ento sugiere que hay algún tipo de motor interno que aporta energía más allá del estallido inicial, lo que favorecerí­a las dos primeras. “Podría ser un agujero negro con gas a su alrededor o un magnetar”, valora Stephen Smartt. “Lo más probable es que haya un objeto compacto dentro que de alguna forma está interaccio­nando con el material exterior”, coincide Nancy Elías-Rosa, astrónoma del Institut de Ciències de l’Espai (IEEC-CSIC), que no ha participad­o en los trabajos sobre AT2018cow.

“Es un nuevo tipo de objeto, nunca se había visto nada parecido. Es emocionant­e encontrar un fenómeno así”, declara Elías-Rosa. “Sus propiedade­s no tienen precedente­s”, afirma Smartt.

Habrá que esperar para descubrir qué originó realmente la explosión. “Espero que consigamos nuevos datos cuando vuelva a surgir detrás del sol, a partir de finales de enero”, declara Smartt. Los astrónomos esperan hallar también otros objetos parecidos al enigmático AT2018cow en el futuro.

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NRAO/AUI/NSF / B. SAXTON, NRAO / AUI / NSF Ilustració­n del fenómeno, a 200 millones de años luz de la Tierra

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