Optimismo diplomático ante una segunda cumbre Trump-Kim Jong Un
Cada día que pasa, el runrún sobre una segunda cumbre entre los líderes de Corea del Norte y Estados Unidos suena con más fuerza. Si en lo que va de año el norcoreano Kim Jong Un ya ha dicho un par de veces que está dispuesto a mantener una reunión con Donald Trump “para conseguir resultados”, el estadounidense se ha mostrado receptivo a la propuesta. Ayer, Corea del Sur y China también dejaron claro su apoyo a este posible encuentro.
Existe “una oportunidad histórica” para un “acuerdo político en la península coreana”, le dijo el líder chino, Xi Jinping, a Kim durante su visita a Pekín de esta semana. Para ello, su país estaría dispuesto a jugar “un papel constructivo”, por lo que pidió a Pyongyang y a Washington que “se aproximen a un punto medio”.
Mientras, en Seúl, el presidente Moon Jae In señaló que ese viaje del norcoreano a China, el cuarto en diez meses, es una señal de que la reunión entre Trump y Kim “se va a celebrar en un futuro muy cercano”. Con vistas a ello, aprovechó para mandar una petición doble: a Corea del Norte, que sea más audaz y adopte pasos “más atrevidos” que le sirvan para que se le levanten las sanciones internacionales; y a EE.UU., que tome las medidas correspondientes para alentar la desnuclearización del Norte. “Si acuerdan celebrar una segunda cumbre en un futuro no muy lejano, podemos interpretarlo como una señal bastante optimista de que ambas partes han reducido sus diferencias en este tema (la desnuclearización)”, apuntó Moon.
Tras su prometedor encuentro de junio en Singapur, en el que ambos se comprometieron -en términos muy vagos- a trabajar por lograr una península de Corea libre de armas nucleares, el proceso se ha estancado hasta entrar “en punto muerto”, como le reconoció Kim a Xi. El problema principal parece ser el desacuerdo sobre quién debe mover ficha primero, algo alimentado por la desconfianza mutua acumulada tras siete décadas de conflicto.
Por eso, se cree que una nueva reunión entre Trump y Kim serviría para desatascar la situación e insuflar nuevos aires a un proceso cuyo resultado atañe a varias naciones. También daría alas a la diplomacia regional, ya que de él parece depender que Kim visite finalmente Seúl –sería el primer líder norcoreano en hacerlo– o que Xi viaje a Pyongyang, algo que los medios norcoreanos anunciaron ayer, pero que los chinos no han confirmado.