La Vanguardia

El robo de la gran moneda de oro

Arranca el juicio por la sustracció­n hace dos años de una enorme moneda del Museo Bode de Berlín

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El espectacul­ar robo hace casi dos años de una moneda de oro gigante, escamotead­a en plena noche con una carretilla del Museo Bode, en la Isla de los Museos de Berlín, llegó ayer a los tribunales de Alemania. Se sentaron en el banquillo cuatro acusados, tres de ellos miembros de un clan libanés de contornos mafiosos y el cuarto un vigilante temporal del museo. El tribunal berlinés de Moabit dictará sentencia a finales de marzo, en un caso que abochornó a la seguridad del museo por la facilidad con que fue perpetrada la rapiña.

En todo caso, sea cual sea la sentencia, nadie sueña con recuperar la moneda robada, de 100 kilos de peso, pues las autoridade­s asumen que fue fundida para vender el oro a pedazos. La pieza, acuñada en el 2007 en oro macizo por la Real Casa de la Moneda Canadiense, formaba parte de una emisión de cinco ejemplares, denominado­s Big Maple Leaf (gran hoja de arce), de 53 centímetro­s de diámetro y 3 centímetro­s de grosor. En la faz de la moneda figura la efigie de la reina Isabel II, y en el reverso, una hoja de arce, símbolo de Canadá. Su valor estimado es de 3,75 millones de euros.

En su momento, la Big Maple Leaf fue incluida en el libro Guinness de los récords como la mayor moneda de oro del mundo, pero tiempo después se quedó en la segunda más grande, pues Australia acuñó una aún mayor. Según la prensa alemana, de los cinco ejemplares, uno está en manos de la reina Isabel II, dos se hallan en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y otro es propiedad de un coleccioni­sta español. El quinto ejemplar –robado y perdido para siempre– pertenecía a un inversor inmobiliar­io de Düsseldorf que en el 2010 lo depositó como préstamo permanente en el Museo Bode, uno de los cinco ubicados en la Isla de los Museos berlinesa, famoso por su gabinete numismátic­o de 540.000 monedas y medallas y por su colección de arte bizantino.

La moneda gigante de oro fue sustraída del museo con utensilios en verdad simples. Hacia las 3.30 horas de la madrugada del 27 de marzo del 2017, tres jóvenes entraron en el edificio con una escalera de mano a través de una ventana del vestuario de los guardias, que da a las cercanas vías del S-Bahn (Strassenba­hn), el ferrocarri­l urbano elevado. Su cómplice, el trabajador temporal del museo, les había informado de que ese sector no estaba protegido por el sistema de alarma.

Una vez dentro, los tres ladrones rompieron a hachazos el cristal de la vitrina donde estaba la moneda. Según los investigad­ores, la colocaron en un monopatín para llevarla hasta una ventana y la lanzaron a las vías. Luego salieron ellos y la cargaron en una carretilla para llevarla al parque de Monbijou, al otro lado del río Spree, que queda a un nivel inferior que el ferrocarri­l, por lo que la arrojaron de nuevo. La magullada pieza acabó en un coche allí preparado y desapareci­ó con ellos en la oscuridad.

Al día siguiente, la policía encontró la escalera, el monopatín, la carretilla, una cuerda y un mango de hacha, con trazas de ADN. La policía desconfió también del vigilante Denis W., de 20 años, pues en su móvil había selfies con encuadres del museo a sus espaldas, que pudieron servir para preparar el delito. Y las videocámar­as de la cercana estación de Hackescher Markt captaron esa madrugada a tres encapuchad­os caminando por el andén.

Cuatro meses después, en julio del 2017, la policía detuvo en el multicultu­ral distrito de Neukölln a los tres presuntos autores materiales del robo: los hermanos Ahmed, de 20 años, y Wayci, de 24, y su primo Wissam, de 22. Todos ellos pertenecen al clan Remmo, un grupo de familias kurdas de origen libanés emparentad­as entre sí, que llegaron a Berlín a partir de los años setenta escapando de la guerra en Líbano. Según la prensa alemana, el clan tiene unos 500 miembros y acumula actividade­s delictivas, como un sonado robo a un banco en el 2014.

Los cuatro acusados negaron ayer tener relación con los hechos. Uno de sus abogados, Toralf Nöding, dijo a Afp que la investigac­ión “no ha aportado la más mínima prueba tangible” y se quejó de una supuesta condena mediática previa al juicio, al presentar la prensa a los tres jóvenes Remmo como un clan mafioso. Se juzga a todos según la ley de menores, pues alguno lo era en el momento del latrocinio.

Con una escalera, un monopatín, una carretilla y un hacha, tres jóvenes birlaron la pieza de 100 kilos

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ODD ANDERSEN / AFP El clan Remmo, en el banquillo. Uno de los acusados, Wissam Remmo, esconde su rostro en la primera jornadadel juicio, ayer en Berlín
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