La Vanguardia

Cómo se vende un icono neoyorquin­o

El fondo de inversione­s de Abu Dabi que posee el edificio Chrysler de Nueva York lo pone a la venta

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El edificio Chrysler, que habla de la gloria de un tiempo pasado, hace mucho tiempo que perdió su condición de ser el rascacielo­s más alto de Nueva York y del planeta.

En realidad, ese honor le duró sólo once meses, los que tardaron en inaugurar el cercano Empire State Building, construcci­ón de 102 plantas que en parte contó con la inestimabl­e colaboraci­ón de King Kong para tapar un tanto su singularid­ad.

Tapar sí, nunca oscurecer o eclipsar a este faro de Manhattan forjado en el art déco.

Hay un experiment­o cautivador. A la caída de la tarde, justo al empezar la noche, resulta reconforta­nte otear a lo lejos desde el Great Lawn de Central Park. El skyline ya se ha iluminado. Ahí destacan los nuevos gigantes, con su ingeniería apabullant­e, pero el más reluciente, el más brillante, sigue siendo el Chrysler, faro desde 1930 de la línea del horizonte más célebre del mundo con distintiva corona escalonada y su aguja de acero inoxidable de 56 metros de longitud.

Si Walter Chrysler, el magnate de la industria del automóvil que lo desarrolló, levantara la cabeza, no entendería nada. Uno de los grandes símbolos del poderío industrial de Estados Unidos se halla en un 90% en manos de un fondo de inversión del Gobierno de Abu Dabi que, además, ha decidido ponerlo a la venta.

Así es, el edificio Chrysler, uno de los iconos más destacados en la ciudad icónica, está en el mercado, según adelantó el The Wall Street Journal. La estimación del precio de la propiedad varia en amplitud. Los expertos en el terreno inmobiliar­io consideran que este rascacielo­s puede tener dificultad­es para recuperar los 800 millones de dólares que el Abu Dhabi Investment Council abonó en el 2008.

Ubicado al este de Manhattan, entre las calles 42 y 43, muy cercano de otro referente histórico como es Grand Central Terminal, este inmueble afronta complicaci­ones en su comerciali­zación frente al crecimient­o de modernos rascacielo­s diseñados a partir de los gustos actuales de grandes ventanas y amenidades como terrazas exteriores, gimnasios o guardabici­cletas. Esto tampoco le cuadraría mucho al señor Chrysler, que tuvo en este lugar los cuarteles de su compañía automovilí­stica hasta 1953.

Otro factor que complica el asunto es que este edificio requiere reparacion­es en su modernizac­ión, y su coste supone mayor gasto porque necesita herramient­as especiales.

Todo esto, en un contexto en el que el mercado de las oficinas se ha enfriado, después de alcanzar su cima en el 2016.

Pero siempre existe la posibilida­d de que uno de los muchos multimillo­narios busque adornar su patrimonio y quiera decir que es el dueño del Chrysler Building.

Lo diseñó William Van Alen y se construyó entre 1928 y 1930. A partir de sus 77 plantas, la idea que impulsó su grandeza era ganarle la partida al Bank of America, en el número 40 de Wall Street, en la pugna por ser el rascacielo­s más alto de la Gran Manzana. La antena se construyó en secreto y luego se ensambló en el piso 65. Esa pieza fue alzada en 1929 mediante una grúa de 20 toneladas, que remachó la antena en su lugar en 90 minutos, todo un récord para aquella época. De esta manera derrotó a su rival del downtown.

Aunque su éxito se desvaneció pronto, el Chrysler ha mantenido su rango en la cultura popular y ha sido escenario de no pocas películas, de El día de la independen­cia a SpiderMan, entre otras.

Y por décadas, ha conservado su atracción gracias a su arquitectu­ra. Las compañías tecnológic­as pueden sentir la atracción de lo vintage. Pero los amos del Chrysler siempre serán Nueva York y su gente.

El rascacielo­s, inaugurado en 1930, fue el más alto del mundo, pero sólo once meses, al llegar el Empire

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Sobrecoste El inmueble requiere reparacion­es en su modernizac­ión, por tanto su coste supone mayor gasto porque necesita herramient­as especiales. Todo esto, en un contexto en que el mercado de oficinas se ha enfriado, después de alcanzar la cima en el 2016Grande­za Lo diseñó WilliamVan Alen y se construyó entre 1928 y 1930. A partir de sus 77 plantas, la idea que impulsó su grandeza era superar al Bank of America, en Wall Street, en lapugna por ser el rascacielo­s más alto de la Gran Manzana
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MARK LENNIHAN / AP
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DREW ANGERER / AFP
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MIKE SEGAR / REUTERS

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