‘White House circus’
El vicio del poder
Dirección: Adam McKay
Intérpretes.: Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell
Producción: EE.UU., 2018. Dur.: 132 min. Comedia. Un leve susurro, si nos creemos El vicio del poder, puede escribir la historia de la humanidad. En una reunión de los más altos cargos mandatarios, en el 2003, el vicepresidente Dick Cheney se acerca a la oreja del indeciso presidente George W. Bush y, en voz baja, firme, le sugiere intervenir en Irak. Y lo convence (nunca se arrepentiría de ello, aunque “su” guerra favorita fue la Tormenta del Desierto, según confesó en la entrevista demencial del segundo capítulo de Who is America?, de Sacha Baron Cohen). Bush no parece una persona muy despierta en la película, pero tampoco Cheney es un tipo de sólidos principios. Antes lo hemos visto de joven, a principios de los años sesenta, borracho, camorrista y sin horizontes de futuro. Más tarde, asistiendo a un discurso de Donald Rumsfeld, seducido por sus palabras, pregunta a su compañero de asiento de qué partido es ese señor y, al enterarse de que es republicano, decide serlo también él.
Edificada sobre la figura de Cheney, El vicio del poder avisa al espectador en un cartel inicial de que este es un personaje escurridizo, difícil de perfilar, “pero nos lo hemos currado como cabrones”, frase que ya deja entrever que, sin llegar a ser una sátira feroz, la película tendrá un tono de comedia, dramática si se quiere, pero comedia al fin y al cabo. Comedia de mirada cáustica en la línea, para entendernos, de la ofrecida por Mike Nichols y Elaine May en Primary colors. Adam McKay, más eficaz aquí que en la precedente
La gran apuesta ilustra la carrera del político en un torbellino de imágenes fluidas, un montaje-relámpago, audaces puntos de vista (el enigmático soldado narrador, todo un hallazgo), osadías formales (los créditos actorales aparecen a media proyección), etcétera. Las caracterizaciones son prodigiosas: Steve Carell (Rumsfeld), Sam Rockwell (Bush) y, claro está y sin silenciar a una excelente Amy Adams en la piel de Lynne Cheney, Christian Bale, perfecta máscara de Cheney y una interpretación matizadísima, estudiadísima, que, de momento, ya le ha valido un Globo de Oro.