Los corredores del Papa
Federico Cavallo es el lechero del Vaticano. Se levanta cada día a las cinco y media de la mañana para llevar leche y huevos frescos de la granja de Castel Gandolfo, propiedad de la Santa Sede, a la residencia de Santa Marta, donde vive el Papa, y al supermercado de este pequeño Estado en el corazón de Roma. Pero además, Cavallo es un apasionado del atletismo y aprovecha el paradisiaco paisaje de Castel Gandolfo y el lago Albano para entrenarse por las tardes.
El lechero de Castel Gandolfo es uno de los sesenta socios miembros de la primera asociación deportiva constituida oficialmente en la historia del Vaticano, que fue ayer presentada a la prensa. Se trata de Athletica Vaticana, un equipo de atletismo de élite que nació informalmente hace un año y medio como un encuentro de amigos y que ahora se ha formalizado con un acuerdo con el Comité Olímpico Italiano (CONI) y tiene su propia equipación con el escudo de la Santa Sede. Sólo se necesita un requisito para formar parte de él: trabajar en el Vaticano o ser familia directa de alguno de los cerca de 3.000 empleados que hacen que la administración de este microestado funcione como un reloj.
“Es la asociación más transversal en el Vaticano”, asiente el sacerdote español Melchor Sánchez de Toca, su presidente. El equipo de atletismo atraviesa todas las realidades de la Santa Sede, desde las granjas vaticanas hasta la carpintería, pasando por la tipografía, el archivo, la farmacia, los museos o incluso un profesor de 62 años que trabaja en la Librería Apostólica Vaticana. Entre sus socios hay guardias suizos, una minoría de curas y una monja: sor Marie Théo, la directora del prestigioso colegio San Domenico en Roma. “Es una bala”, cuenta Sánchez de Toca. “Hace 10 kilómetros en 47 minutos”. Otro cura, Don Giovanni Bontempo, hace honor a su apellido y consigue hacerlos en media hora.
Como ya son parte del CONI, el equipo está dentro de la Federación Italiana de Atletismo y ahora quieren intentar entrar en algunas competiciones internacionales, como los Juegos de los Pequeños Estados de Europa (abiertos a estados de menos de un millón de habitantes, como Andorra, San Marino o Luxemburgo) y los Juegos Mediterráneos.
“El sueño que hemos tenido a menudo es ver ondear la bandera de la Santa Sede entre las delegaciones en la apertura de los Juegos Olímpicos”, confesó Sánchez de Toca, que también es el subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura del Vaticano. Los Olímpicos, sin embargo, no son una meta realizable a corto o medio plazo, pero De Toca cree que en algunas competiciones más pequeñas podrían incluso hacer algún podio.
La capitana del equipo es la farmacéutica del Vaticano, Michela Ciprietti, una de las siete mujeres que conforman esta realidad. Hasta hace poco eran ocho. La brasileña Leticia Vera (o Lelé) trabajaba en los Museos Vaticanos, donde conoció a un guardia suizo, Luca Schafer, de quien se terminó enamorando. Les casó el Papa por sorpresa y ambos ayudaron a fundar este grupo de amigos que ahora ya se entrenan profesionalmente, pero hace poco se marcharon a vivir a Suiza.
Según dijo Ciprietti en la rueda de prensa, el objetivo de la Athletica Vaticana no es sólo competir, sino también “promover la cultura y el atletismo a la vez que lanzar un mensaje de solidaridad y la lucha contra el racismo y la violencia de todos los tipos”. Para ello, y escuchando el mensaje del papa Francisco a favor de la integración de los inmigrantes, el equipo ha abierto sus puertas a dos miembros de honor, dos migrantes musulmanes de Gambia y Senegal que están en un centro de acogida a la espera de que se resuelva su solicitud para lograr el estatus de refugiado. “No somos de los que vamos a cazar talentos, ellos no habían corrido profesionalmente en su vida”, asegura el sacerdote Sánchez de Toca. “Pero cuando vieron la pista de atletismo se emocionaron. Fue un momento muy especial”.
Aunque el papa Francisco no sea un apasionado del atletismo –sí lo era Juan Pablo II–, ha defendido en varias ocasiones los valores del deporte como antídoto al individualismo. Él es más bien, como buen argentino, un fan del fútbol, sobre todo de su querido San Lorenzo de Almagro. La primera competición que correrán los atletas del Papa es significativa para el Pontífice. Será la Corsa di Miguel, el próximo 20 de enero, una carrera de diez kilómetros en Roma para honrar a Miguel Sánchez, un atleta argentino que fue uno de los miles de desaparecidos durante la guerra sucia en el país sudamericano.
LOS ATLETAS DEL EQUIPO Sus miembros son variados: curas, monjas, guardias suizos, el lechero del Vaticano o la farmacéutica
Un grupo de trabajadores del Vaticano crea un equipo de atletismo, la primera asociación deportiva oficial de la Santa Sede
SU PRESIDENTE, UN SACERDOTE ESPAÑOL “El sueño que hemos tenido es ver ondear la bandera de la Santa Sede en los Juegos Olímpicos”