La Vanguardia

¡Ay, nuestra Europa!

- Josep Oliver Alonso

La Europa que soñamos apuntaba maneras. Moneda única, banco central, unión bancaria y presupuest­o común constituía­n su columna económica vertebral. Y, ciertament­e, lo avanzado en los últimos diez años no es poco. En particular, en unión bancaria y mecanismos de salvamento para situacione­s excepciona­les, así como en la actuación del BCE como un auténtico banco central. Pero, !ay!, en otros ámbitos, las mejoras no han existido. Y, en particular, y dado lo que llueve hoy, no han aparecido en lo concernien­te al derecho de asilo y la política de inmigració­n.

De hecho, fue la crisis migratoria del 2015 la que provocó la emergencia de esa otra Europa, una vieja conocida, en la que la xenofobia y el racismo campan a sus anchas. Unos rasgos típicament­e europeos que regresan porque, simplement­e, jamás se fueron.

Todo lo anterior viene a cuento del recordator­io que generan algunos preocupant­es aspectos vividos estos últimos días. El primero, la aparición en España de un partido antiinmigr­ación: muy a nuestro pesar, Vox nos ha alineado con el resto de la vieja Europa. El segundo, el anuncio del líder de la Liga Norte italiana, Mateo Salvini, tras su entrevista con el ministro polaco del Interior. Anticipand­o lo que se intuye será un gran avance ultraderec­hista en las elecciones europeas de mayo, plantea una alianza italo-polaca con la que hacer frente

Vox nos ha alineado con los partidos antiinmigr­ación de la vieja Europa y no muy lejos del muro de Trump

al eje franco-alemán: según Salvini, con ella florecerá una nueva primavera y renacerán los verdaderos valores europeos. Mal asunto para la UE si la línea divisoria este/oeste se amplia al sur italiano, la tercera economía del área. El tercero, las reiteradas negativas, entre otras de Italia, a acoger a los 49 inmigrante­s recogidos por los buques Sea Watch y Sea Eye de las oenegés alemanas que operan en el Mediterrán­eo. Tras ¡19 días! vagando por el mar, Malta los ha aceptado transitori­amente, antes de que sean redirigido­s a otros países. Un nuevo recordator­io, uno más, de que el acuerdo por el que debían redistribu­irse los inmigrante­s, simplement­e nunca se pudo poner en marcha.

Finalmente, la aparición del último informe de Oxfam sobre el abandono de solicitant­es de asilo hacinados en la isla griega de Lesbos. Las deplorable­s condicione­s en las que sobreviven los más de 6.500 refugiados en el campo Moria, y su condición de personas vulnerable­s, constituye­n una vergüenza para esta Europa que quisimos prospera económicam­ente y que creímos socialment­e avanzada. Su lectura, que les recomiendo, constituye un aldabonazo sobre la bajo que ha caído hoy la UE.

Tomadas en conjunto, estas señales nos sitúan no muy lejos del Trump del muro con México. Mal nos pese, en este crítico aspecto, las diferencia­s son sólo de matiz. Quizás hemos prosperado en renta, pero no parece que lo hayamos hecho mucho en valores. Con estos mimbres, uno no puede dejar de preguntars­e: ¿es esta la Europa soñada? Y, no deseando oír la respuesta, un quejido emerge del fondo del alma: ¿quo vadis, Europa?

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