Lin-Manuel Miranda
El autor y actor Lin-Manuel Miranda salva de la extinción a la Drama Book Shop
ACTOR Y AUTOR
El actor y autor Lin-Manuel Miranda ha conseguido junto a varios colegas de profesión evitar la desaparición de la mítica librería neoyorquina Drama Book Shop, incapaz de afrontar el aumento del alquiler en Times Square.
De fondo se oyen unas voces que cantan, en vivo y en directo en el altillo. Detrás del mostrador hay un hombre amable. “Eres una persona afortunada”, replica al escuchar la palabra Barcelona. “El mejor equipo de fútbol –aclara–y no sólo es Messi. Es la idea, el concepto. Soy holandés y desde niño vi jugar a Johan Cruyff. Pero supongo que no has venido a hablar de fútbol”.
En la pared cuelga un cartel. “El alquiler acaba a final de enero, 50% de incremento. Nos vamos de aquí. Último día en esta localización, enero 20”.
Este lugar es la Drama Book Shop, 101 años de historia en el corazón de Broadway, a la vuelta de la esquina de Times Square, mucho más que una librería dedicada a la escena y a los teatreros, donde se proveen de guiones, partituras y otros materiales.
“Lin-Manuel Miranda es como Cruyff en el teatro porque tiene esa capacidad de transformar, de innovar”, sostiene Marcus Colleran, el librero de Amsterdam que lleva tres quinquenios al frente de esta particular tienda. Todo apuntaba que esta vez no sería una mudanza, como en otras ocasiones. La daban por muerta. Rozannee Seelen, de 84 años y dueña de la librería –su marido, que murió en el 2000, la compró en 1958– no se veía capaz de afrontar un alquiler que de 18.000 saltaba a 30.000 dólares mensuales.
Compositor, letrista, actor y autor, Lin-Manuel Miranda, en las carteleras de cine con El retorno de Mary Poppins y mito neoyorquino gracias al musical Hamilton, suma una nueva ocupación: librero. Miranda y tres colegas de su obra sobre uno de los padres fundadores de Estados Unidos han realizado un movimiento sorpresa y se han hecho con la propiedad del negocio. Aunque cierra dentro de unos días, reabrirá en septiembre en un espacio aún por determinar, “pero en el Midtown, en el distrito del teatro”, subraya Colleran.
Los otros tres implicados son Thomas Kail, director de Hamilton; Jeffrey Seller, principal productor; y James Nederlander, presidente de la asociación que opera la sala en el que se escenifica ese musical mega exitoso.
En la operación juega un papel el ayuntamiento de la Gran Manzana. “La Drama Books Shop es una institución amada por la comunidad teatral y no podemos quedarnos de brazos cruzados y ver como desaparece una librería independiente y exclusiva de Nueva York”, señala Julie Menin, comisionada de medios y espectáculos en el equipo del alcalde Bill de Blasio. La corporación garantiza la viabilidad al facilitar uno de los locales bajo su propiedad a un alquiler asequible. “Tu corazón puede ser muy grande, pero el billete de dólar lo es todavía más”, ironiza Colleran.
“Cuando estaba en el bachillerato, iba a la vieja ubicación, me sentaba en el suelo y leía obras, no tenía dinero para comprarlas”, recuerda Miranda en declaraciones al The New York Times.
También es una cuestión de amistad y fidelidades. La Drama Book Shop, según cuenta el librero de Amsterdam, se hallaba en la Séptima Avenida. Thomas Kale ayudó a los propietarios a buscar una nueva ubicación y en el 2001 abrió en este punto de la calle 40. Asegura Colleran que el local era una ruina, aunque hubo algo que fascinó a Kale. En el sótano hay un espacio y ahí Kale creó un teatro, residencia de su compañía Back House Productions.
Aunque en diferentes cursos, Kale y Miranda coincidieron en la universidad. Se conocían y se reencontraron en la Drama Book Shop. El piano que había en el sótano es el que sirvió a Miranda para componer In the Heights, su musical de debut sobre inmigración inspirado en su barrio, en Washington Heights, al norte de Manhattan.
Hace unos meses, Miranda lideró la movilización vecinal que rescató del cierre, por lo mismo, al bar de su barrio y de sus amores, el Coogan’s.
El autor de ‘Hamilton’ y tres colegas se hacen con la propiedad de la librería teatral, de 101 años, en la picota por el alquiler