El hombre que editaba para las dos orillas
CLAUDIO LÓPEZ DE LAMADRID (1960-2019) Editor
Un dolor infinito, como si se tratara de una broma macabra, se adueñó ayer del mundo editorial a los dos lados del Atlántico. Nadie podía creerse que, por la tarde, el editor Claudio López de Lamadrid (Barcelona, 1960) se hubiera desplomado sobre su ordenador de trabajo y fallecido poco después como consecuencia de un infarto cerebral.
Director editorial de Random House y coordinador de todo el grupo Penguin Random House en América Latina, trabajó toda su vida: aprendió el oficio de muy joven en Tusquets, la empresa que comandaban su tío Antonio y Beatriz de Moura, que le mandaron a París seis meses a trabajar con Christian Bourgois pues tenían la idea de que, en el futuro, les sucediera al frente del sello. Pero, a los 29 años, abandonó la casa para ser traductor y crítico literario freelance. Participó, junto a su amigo del alma Ignacio Echevarría, en la creación de Galaxia Gutenberg. Posteriormente, entró como responsable de Grijalbo Mondadori y, al fusionarse este grupo con Random House, se encargó de la división literaria de la multinacional de Bertelsmann. Vivió, pues, la transformación de la industria desde “cuando estaba en manos de unos pocos editores selectos” al dominio de los grandes grupos, que sin embargo, repetía a menudo, “a mí nunca me han impedido trabajar como un editor independiente”.
Formaba parte de una familia aristocrática (los marqueses de Comillas) pero la única aristocracia que aceptaba era la de la inteligencia, y se indignaba ante las precarias condiciones de eslabones clave en el ecosistema libresco. Figura clave de la expansión de su grupo en América Latina, explicó recientemente que “ahora facturamos allí el 50% o 60%” y se quejaba del poco interés mutuo de los lectores de ambas orillas. De sus hitos de editor, escogía La broma infinita de David Foster Wallace, pues “todo el mundo me dijo que estaba loco, lo contraté siendo muy joven, por una cantidad elevada, era muy inconsciente. Ahora no me atrevería, me he vuelto prudente con la edad. Entonces me tiré a la piscina y ha resultado un superventas, se vende cada año y funciona como buque insignia del sello. Hoy lo rechazaría del miedo que me daría pillarme los dedos”. Introdujo a grandes nombres de la literatura de EE.UU. en el mercado en español y fue el editor referente de la agente Carmen Balcells.
Cultivaba enormemente la relación personal con los autores, con los que compartió momentos irrepetibles e innumerables confidencias. Eso le gustaba mucho más que el trato con los medios de comunicación o los críticos, tareas que dejaba en manos de sus colaboradores. Su última pareja fue la escritora Ángeles González-Sinde, exministra de Cultura con Rodríguez Zapatero. Tuvo un hijo con su primera esposa, la editora Miriam Tey, y una hija con Elsa Serra, propietaria del restaurante El Salero, del Borne.
Con él desaparece uno de los mayores editores que ha habido en el mundo hispano y, por tanto, en el mundo, con un catálogo impresionante con nombres como García Márquez, Philip Roth, J.M.Coetzee, Orhan Pamuk, César Aira o Javier Cercas, entre muchos otros.
Desde Barcelona, fue el editor de García Márquez, Roth, Pamuk, Coetzee y jóvenes latinoamericanos