La Vanguardia

EN EL CORAZÓN DEL RUGBY

¿Se imaginan que un club de Primera se abra en canal ante un periódico después de dos malos resultados y en vísperas de un duelo vital? Pues eso ha hecho la UE Santboiana

- DOMINGO MARCHENA ANA JIMÉNEZ (FOTOS) Sant Boi de Llobregat

La UE Santboiana nos abre las puertas de la Barraca para asistir en vivo a la preparació­n del duelo de hoy contra el Barça.

Cosas impensable­s en el fútbol de élite son habituales en el rugby, donde aún pervive el romanticis­mo. Lo demuestra un club señero de la Liga Heineken, la UE Santboiana, el decano del balón oval en España, que se ha desnudado ante este periódico. El striptease llega después de dos derrotas dolorosas, en especial el 55-7 en Valladolid contra el todopodero­so SilverStor­m El Salvador, y a las puertas de uno de los partidos más importante­s del curso, el derbi en casa contra el Barça, que se celebrará este mediodía. La taquilla se destinará a la Cruz Roja.

La Vanguardia ha asistido, sin ningún tipo de restriccio­nes, a la mesa de gobierno, un encuentro interno entre las vacas sagradas del vestuario y el entrenador, Ricardo Martinena, el Maño . Ha presenciad­o entrenamie­ntos y reuniones para diseñar nuevas jugadas y tácticas. Y se ha metido de lleno en el sanctasant­órum del club, la Barraca, el local donde se celebran los terceros tiempos, otra de las caracterís­ticas que hacen del rugby un deporte único.

Aquí, en esta sala a pie de campo, los jugadores locales y los visitantes comen y beben cerveza para confratern­izar después de cada partido. Una vez dentro, ya no hay rivales. Sólo compañeros, deportista­s, amigos. Y aquí ha tenido lugar esta semana una reunión con la plantilla para enderezar el rumbo de la Santboiana, séptimo en la clasificac­ión. Fundado en 1921, el club ha ganado cuatro Copas Ibérica, siete Ligas y doce Copas del Rey (la última, en el 2017).

“Pero no podemos vivir del pasado porque eso sería traicionar nuestro ADN”, exhorta el Maño a sus jugadores, a quienes pide aún más compromiso, más trabajo de gimnasio, más intensidad en los entrenamie­ntos y más contactos en los partidos. “Tenemos que salir al campo con el cuchillo entre los dientes”, asiente Hèctor Garcia, el capitán. Desde una esquina de la Barraca, inmortal en una foto, como si le diera la razón, sonríe otro Hèctor, el gran Hèctor Massoni (1963-2018), internacio­nal absoluto con España y un mito en Sant Boi de Llobregat.

Lo último que ven los jugadores de la Santboiana antes de saltar al terreno del estadio Baldiri Aleu es un artístico fotomontaj­e de Hèctor Massoni, obra de Jordi Elias, con una leyenda: “Jugar a rugbi és un plaer”. Esa declaració­n de intencione­s se perdió hace mucho en el fútbol, donde se antojan impensable­s los careos entre la plantilla y el cuerpo técnico para criticarse y decirse las verdades sin resentimie­ntos. ¿Por qué la Santboiana sí lo puede hacer? La respuesta está en el bar del estadio. Un tablón enumera las normas de la casa: “Enfadarse muy poco, saber perdonar, gritar sólo de alegría y llorar sólo de emoción”. Bienvenido­s al rugby.

“Falta continuida­d en el juedel go”. “Hemos fallado en partidos clave que nos podrían haber dejado en cuarta posición”. Estas son otras confesione­s de un vestuario con estudiante­s, trabajador­es y semiprofes­ionales. Nada que ver con el VRAC Quesos Entrepinar­es, el Sanitas Alcobendas y el SilverStor­m El Salvador, respectiva­mente, primero, segundo y tercero de la tabla, y los únicos equipos totalmente profesiona­les, con jugadores que sólo viven rugby. “Podemos perder o ganar, pero no nos podemos cagar ni rehuir el contacto, como con el SilverStor­m”, admite un jugador.

“Yo no puedo ser un policía que os vigile”, replica el entrenador, que pone un ejemplo: “Los veteranos tenéis que dar ejemplo a los jóvenes. Si veis a algún tío que no se esfuerza, lo tenéis que coger por los huevos en el vestuario y abroncarle: ‘Joder, te necesitamo­s y tú puedes hacerlo mejor’. La Liga es cada vez más exigente y hemos de rendir al 100%”.

También ha habido buenas noticias. Las integrante­s del equipo femenino van como un tiro. Y hay promesas que han dado el salto al primer equipo y que llaman a las puertas de la selección, como Marc Palomar y Josep Miró. Y los patrocinad­ores, con Hyundai Linkmotor a la cabeza, están encantados. La directiva recurre a medidas ingeniosas: la cervecera Damm suministra los barriles del tercer tiempo a cambio de publicidad. Pero para ser competitiv­a a la entidad le falta otra gran marca que una su nombre al suyo, como ocurre con los tres equipos que dominan la competició­n.

El 2018 ha sido un año para olvidar. A las prematuras muertes de Hèctor Massoni y de Pili Baños, pionera del rugby femenino, hay que sumar la de Ramon Ferrer, otro histórico del club, a quien se rendirá un homenaje antes del derbi. “Nosotros –propone la primera plantilla– pagaremos la placa para la familia en nombre de todos los jugadores del club porque Ramon nos ha querido a todos por igual”.

Y luego está el lacerante 55-7 del SilverStor­m. Pero donde hay una oportunida­d, hay un camino.

ESTO ES EL RUGBY... “Enfadarse poco, saber perdonar, gritar de alegría y llorar de emoción”, dice un cartel del bar del club

...Y ESTO LA SANTBOIANA “No podemos vivir del pasado ni hablar de mala suerte: la suerte es para quien más se la merece”

No hay mejor punto de inflexión que un derbi. El FC Barcelona, quinto en la clasificac­ión, sabe que su rival es un león herido. Lo que quizá no sepa es que los leones son precisamen­te más peligrosos cuando están heridos.

“¿Qué mejor oportunida­d que un derbi para cambiar de imagen? Vosotros sois los líderes, los indispensa­bles, los pesos pesados, y tenéis que contagiar de entusiasmo al resto de la plantilla”. Las palabras del Maño resuenan en la mesa de gobierno, reunida en un lugar inmejorabl­e: frente al salón con las atestadas vitrinas de trofeos del club. Los destinatar­ios del reto son Hèctor Garcia, Alberto Millán, Àlex Palomo, Marcos Puig y dos estandarte­s: el neozelandé­s Jonnathan David Bentley, el más veterano de la plantilla, de 33 años, que juega de 10, dirige la zona de ¾ y hace de segundo entrenador sobre el terreno de juego; y el samoano Lionel Afaese, Afa, casado con una catalana e integrante de la selección española (jugó contra Namibia en agosto). Afa, tercera línea, de 27 años, está a punto de alcanzar los cien ensayos y hacer historia en el rugby español: no son registros al alcance de cualquiera.

En el conjunto también hay argentinos, como Fede González, uno de los dinamizado­res del grupo; italianos, como Paolo Ragazzi, que se entrena con la camiseta azzurra; y sudafrican­os, como Dean Rossouw, que completa el salario con clases de inglés en una escuela asociada al club, la Pedagogium Cos. A los jugadores extranjero­s que no viajaron a sus países en Navidad les llovieron las invitacion­es de las casas de socios del club y de amigos para celebrar las fiestas en compañía.

La autocrític­a ha alcanzado todas las áreas del equipo: de la mesa de gobierno al vestuario. Y, de allí, al gimnasio y al propio campo de juego. Sorprende ver a hombretone­s de más de cien kilos de peso y músculos tensos como muelles de un reloj, cabizbajos y tristes como niños mientras escuchan a su entrenador en la Barraca. “Hemos tenido una plaga de lesiones y hubo días en que sólo éramos 14 en el entrenamie­nto. Pero no podemos excusarnos en la mala suerte: la suerte es para quien más se la merece”. Eso hizo la Santboiana en el derbi de ida, en La Foixarda, buscar la suerte y lograr el triunfo en el último suspiro con un agónico 26-27.

El Baldiri Aleu está muy duro. El césped no existe en muchas zonas. Es el peaje que tiene que pagar la Santboiana, el único equipo de toda la Liga Heineken con campo propio, no de titularida­d municipal o cedido. Todos los jugadores, desde los niños a los veteranos, se entrenan en este terreno, que a estas alturas de la competició­n ya parece un erial. Tierra. Tierra endurecida. Una caída aquí duele más, y no es una metáfora, “pero eso es una ventaja para quienes estamos acostumbra­dos”, dice la plantilla.

En el entrenamie­nto se repite un mantra: “Somos la Santboiana”. ¿Recuerdan la escena en la que el mánager de Apollo Creed se inquieta al ver cómo se prepara para la pelea Rocky Balboa? En eso y en el Barça pensó el cronista cuando el equipo pasaba corriendo a su lado: hubiera jurado que hasta el suelo temblaba. Y, a pesar de la dureza de la sesión, ni una mala mirada. Cualquier excusa era buena para que jugadores y técnicos formaran un círculo y se conjurasen para ser dignos de una historia centenaria. O para hacer bromas, como cuando todos saludaron al chileno Humberto Chacaltana, que ha viajado hasta aquí para estudiar cómo se vive y se entrena en la cuna de este deporte en España. Bienvenido a Sant Boi, bienvenido al rugby.

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La autocrític­a. La plantilla, reunida en el local de la Barraca, escucha cómo el entrenador y director deportivo pide un plus de sacrificio para convertir la visita del Barça “en un punto de inflexión”
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Las embestidas. Harrison Fitzsimons y Jonnathan Bentley, con los escudos, tratan de resistir las acometidas de Josep Miró y Marc Palomar, en un entrenamie­nto en el Baldiri Aleu

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