La Vanguardia

¡Todas! ¡Me gustan todas!

- Joaquín Luna

Si el lector espera que salga en defensa del escritor francés Yann Moix, ese ganador del Goncourt que declina acostarse con señoras de su edad, 50 años, y prefiere las de 25, el lector va apañado. ¡Va a uno a perder cuota de mercado por veinticinc­o años arriba, veinticinc­o años abajo!

El Moix de las Galias escribirá como los ángeles pero es tonto de capirote: ¡a quién se le ocurre faltar a las mujeres de 50 años, muchas de las cuales sudan, saltan y pedalean en gimnasios donde no entra la luz, comen quinoa y miran de reojo esos anuncios de cirugía estética en los que galanes sexagenari­os con cutis de chaval las miran diciendo: te espero y tú lo sabes!

¡Cuanta ingratitud! ¡Y qué mal conoce el paño femenino este hombre!

El señor Moix ha hecho el negocio de Roberto el de las cabras con la promoción de su última novela. Todas las escritoras y articulist­as de 50 años han reaccionad­o de forma parecida: tampoco nosotras queremos nada con usted porque le cuelgan los cataplines, es más feo que pegar a un padre y –ojo al dato– igual somos nosotras las que

¿Por qué ofende algo obvio: siempre es más atractivo un cuerpo joven que uno devaluado por los años?

nos ligamos a uno de 25, cosa que está de moda y en su día hizo conmigo una señora, conocida en la extinta discoteca Trauma, templo del landismo (Don Alfredo) y hogar del casado y sin compromiso.

¿Se lo agradecerá­n las mujeres de 25 años? Lo dudo, de ahí lo del mal negocio. Las jóvenes de 25 ni se ofenden ni se halagan por la opinión de sus mayores. Yo escribo ahora una novela, gano el Josep Pla, largo el sermón, adquiero fama y proclamo “nunca me acostaría con una mujer de 25 años” y el colectivo de mujeres veinteañer­as se quedaría tan ancho. Ni me mirarían a la cara –como ahora, vaya–, razón de peso para ahorrarme escribir a estas alturas una novela del montón.

En cambio, Yann Moix demuestra ingenio a la hora de activar una polémica. Ahí, el incauto es uno. ¿Por qué ofende a tantas mujeres lo que es tan obvio: siempre resulta más atractivo un cuerpo joven que uno devaluado por el paso de los años? Si una escritora de 50 años dijese que sólo le gustan los hombres de 30, lo encontrarí­a la cosa más natural del mundo y lo último que haría es sentirme despechado y anunciar que yo tampoco, ni harto de vino, me acostaría con la escritora. Igual incluso me etiquetaba­n de machito ofendido...

El mercado de las relaciones es el más perfecto porque se regula sin órganos supervisor­es, siempre y cuando uno sea consciente de lo que ofrece y a lo que puede aspirar. Porque hay mucha pesada y mucho irredento que piensa como el Moix de las Galias pero allá ellos con su búsqueda.

Y desde el realismo que concede la edad, lo de envejecer está sobrevalor­ado, el físico pierde atractivo y la arruga no es bella. Está muy bien consolarno­s los unos a los otros pero la verdad asoma: nuestros cuerpos eran más deseables en otros tiempos.

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