James Bond, licencia para destrozar coches de lujo
El agente 007 ha destrozado a lo largo de la serie coches por cinco millones de euros
Tiene licencia para matar, seducir a mujeres y, por supuesto, destrozar coches de lujo. El agente secreto 007, el más famoso del mundo del celuloide, destaca por su destreza a la hora de conducir, que le permite huir de los criminales más peligrosos. Sin embargo, estar al servicio de su majestad supone un coste: a lo largo de casi 57 años y 24 películas James Bond ha hecho pedazos 23 automóviles por una factura de unos cinco millones de euros.
Cada actor ha imprimido al personaje de James Bond su propio toque. Pero si se miran a los cálculos elaborados esta semana por la sociedad de leasing AMT, el espía más temerario al volante ha sido Roger Moore. Su balance: cinco automóviles convertidos en chatarra en cinco películas. El más costoso, en cambio, ha resultado ser Daniel Craig. Se ha cargado tres vehículos (en cuatro entregas) por un valor de 3.450.000 euros, es decir el 70% de la factura global. “En Roma, en Spectre (2015), destruimos millones de libras. Los coches iban al Vaticano a una velocidad máxima de 180 km/h. Rodamos una noche entera para cuatro segundos de película”, dijo el doble de Craig, Gary Powell.
En concreto, se ha estimado cuál era el coste del coche en el momento del rodaje (ajustado a la inflación) y se han estimado los daños de acuerdo con los parámetros de los seguros. Entre los automóviles que han pasado a mejor vida, hay joyas del diseño (como varias versiones
de Aston Martin y un Rolls Royce Silver Cloud II), deportivos (Alfa Romeo GTV6), utilitarios (Renault 11) tanques de combate y hasta camiones y autobuses.
¿Sale a cuenta? Tim Watson, responsable de relaciones públicas de Aston Martin, explicó una vez que, con la presencia del coche en la película, la marca no espera vender más, pero sí lograr beneficios en términos de imagen. “Tenemos una producción limitada de unidades al año y no pensamos aumentarla gracias a James Bond: lo nuestro es una estrategia a largo plazo para dar a conocer la marca y convertirla en objeto de culto”, afirmaba.
De hecho, las distintas compañías patrocinadoras de 007 (desde relojes, licores, aerolíneas) no pagan directamente a la productora (de la familia Broccoli), para que Bond utilice sus productos sino que se comprometen a invertir, en un círculo virtuoso, dinero en la promoción de la película. Que es rentable, pero cada vez menos. Según los
Daniel Graig es el que más daños ha causado, mientras que Roger Moore es quien más vehículos ha destruido
estudios del escritor Guillaume Evin, en 1962, el Dr. No había generado unos ingresos que eran 60 veces superiores al presupuesto. En el caso de Casino Royale (2006), la relación es de uno a cuatro.
Pero el dinero no lo es todo. Como bien saben los bondófilos, no todos los Bond son iguales. Por ejemplo, Sean Connery, tal vez el 007 con más estilo de toda la serie, demostró tener mucha clase a la hora de conducir. Dejó su automóvil pulcro e impoluto en tres películas: Desde Rusia con amor (1963), Operación trueno (1965) y Sólo se vive dos veces (1967). Cuenta el actor escocés que el creador del agente secreto, Ian Fleming, le dijo una vez que “Bond era un instrumento muy simple, directo y contundente de la fuerza policial, un funcionario que desempeña su trabajo de manera bastante obstinada”. Pero al parecer Connery no consideró que hubiera que cargarse cada vez un coche para llevar a cabo la misión.