Una memoria de la Iglesia católica
Las diócesis están dando a conocer a través del folleto La Iglesia Católica en Catalunya. Diciembre 2018 una memoria del trabajo pastoral y evangelizador. Es la parte referida en Catalunya de la memoria de la auditora internacional PwC en la versión más voluminosa de la Iglesia en todo el Estado. Existe una voluntad de transparencia hacia la sociedad y conocimiento de las cifras globales más desconocidas a sabiendas de que el trabajo eclesial más auténtico es el que no se ve ni se puede contabilizar: la acción de Dios en el corazón de las personas y el misterio de santidad que vive la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.
Los datos remarcan que en las 2.117 parroquias de las 10 diócesis se hace visible el anuncio del Evangelio. Una misión a la cual entregan su vida 1.569 sacerdotes y diáconos, 5.764 religiosos y religiosas. Hay también 63 monasterios. Son 445 los misioneros catalanes esparcidos por el mundo. Y cuenta con la dedicación semanal de 7.758 catequistas. En el 2017 los matrimonios católicos fueron 4.002, se celebraron 19.856 bautizos, 17.248 primeras comuniones y 6.351 jóvenes recibieron la confirmación.
La Iglesia en Catalunya se hace presente en hospitales y residencias de ancianos, con 93 voluntarios que atienden mensualmente a unas 14.000 personas. La pastoral penitenciaria cuenta con 162 voluntarios. En el ámbito de la enseñanza, la Iglesia presta servicio a través de 381 centros educativos, con 4,3 millones de horas de actividad pastoral, 17.060 docentes, 2 universidades y 237.817 alumnos. Eso supone 376 millones de euros de ahorro al Estado.
Cáritas cuenta con 13.059 voluntarios que han atendido a 321.287 personas en exclusión social, 141.366 inmigrantes que reciben ayuda en 614 centros sociales asistenciales. Manos Unidas cuenta con 250 voluntarios que han financiado 45 grandes proyectos de cooperación en el Tercer mundo. Más de 1.070.000 personas han sido acompañadas en algunos de los 1.100 centros sociales y asistenciales de la Iglesia durante el año, 9.002 personas en centros de orientación familiar, 329.323 en centros para mitigar la pobreza, 18.194 orientadas y acompañadas en la búsqueda de trabajo, 5.317 recibieron asesoría jurídica, 11.987 eran personas mayores, enfermos crónicos y personas con alguna discapacidad, 7.905 inmigrantes, 1.306 atendidos en centros de tratamiento de las drogodependencias, 4.246 en un centro de atención y tutela de menores y 1.163 mujeres acompañadas en centros de promoción de la mujer y de atención a las víctimas de violencia.
La Iglesia cuida de los templos parroquiales y catedrales, monasterios y conventos, muchos de ellos obras de arte importantes. Y lo hace con pocos recursos. La actividad que genera el patrimonio cultural de la Iglesia se cifra en un impacto en el PIB de Catalunya de 2.576 millones de euros, con más de 225.000 puestos de trabajo. También son millones los que participan cada año en alguna romería, peregrinación, Semana Santa y fiestas populares religiosas. Con un impacto de 174 millones de euros, 1.726 puestos de trabajo sostenidos directamente y 2.385 puestos de trabajo generados.
Las aportaciones directas y voluntarias de los fieles son la principal fuente de financiación de las diócesis, que representan más de un tercio de sus recursos económicos disponibles. Más de la mitad de los gastos anuales (62%) corresponden a gastos pastorales y asistenciales, y a conservación de edificios y funcionamiento. Gracias a la aportación voluntaria de la declaración de la renta llega a Catalunya el 22% de los recursos económicos de las diócesis. Unos 800.000 contribuyentes en Catalunya marcan la X de la Iglesia católica.
“Todo lo tenemos al servicio de todos” (cf. Ac 2,44). Es de agradecer la colaboración y el compromiso de tantas personas que entregan su tiempo, trabajo, conocimientos y recursos a favor de la Iglesia. Aportamos estos datos porque queremos ofrecer la comunicación real de la vida de las comunidades católicas, favoreciendo una presencia eclesial pública próxima y servidora, que dé respuesta a quien nos pida la razón de la esperanza que tenemos.
La transparencia favorece una presencia eclesial pública más próxima y servidora de la gente