Parejo enmienda a Rodrigo pero Alcaraz, de falta, deja más tocado a Marcelino
Marcelino García Toral salvó un match-ball o prolongó su agonía. Son las dos interpretaciones del undécimo empate del Valencia en la Liga. Porque el asturiano probablemente seguirá siendo el entrenador valencianista mínimo hasta la eliminatoria de Copa del martes ante el Sporting. Sin embargo, el 1-1 ante el Valladolid deja un poco más tocado a Marcelino.
García Toral llegaba con el agua al cuello. Y en el descanso, Mestalla despidió con pitos a su equipo y en la grada afloraron los gritos de “Vete ya” ante la inoperancia local. Pero lo sucedido en la segunda parte vino a abonar la teoría del técnico y el público acabó amnistiando tanto a él como a los jugadores. La mala suerte y la falta de puntería se cebaron ayer con el Valencia. Rodrigo falló un penalti, y Mina no acertó con el rechace ni a embocar otra ocasión a portería vacía. Y cuando Parejo había hecho el 1-0 –se abrazó con su técnico en señal de apoyo–, un golazo por la escuadra de Rubén Alcaraz, de falta directa, dejó cariacontecidos a los valencianistas.
“Hemos sido muy, muy superiores. Nos vamos orgullosos pero tristes porque los resultados no salen. Tenemos una efectividad muy baja. No damos crédito porque el rival nos penaliza sin ocasiones”, analizó el asturiano. El Valencia ha marcado 17 goles en 263 disparos (un 6,5% de acierto). “Nunca temo ser destituido”, aseguró García Toral. “Si el club considera que soy el único culpable tomará la decisión, aunque no la compartiré”, analizó.
“El entrenador puede intervenir hasta cierto punto. No puede hacer milagros. No puede chutar el penalti por mí. Sin mi error, tendríamos los tres puntos”, se lamentó Rodrigo, que le pidió a Parejo, el especialista, la pena máxima.
El delantero internacional chutó raso y centrado y Masip, que además se adelantó, lo desvió. “Hace tiempo que no miro los penaltis a favor. Rodrigo se sintió con absoluta confianza y tiene todo mi apoyo”, le consoló el técnico.