La Nau Gaudí descubre a Francesc Subarroca
El pintor, de 86 años, acepta por primera vez mostrar su obra
A Luis Bassat le extrañó tanto la insistencia de Merche, esposa de Francesc Subarroca, rogándole que viera sus obras, que no pudo por menos que acudir a su domicilio, donde ahora recuerda “me llevé una de las sorpresas más agradables de mi vida”. La casa “tenía miles de cuadros, de una altísima calidad, los había hasta en el baño”. Pero además, Subarroca tenía muchos más en su estudio del Casc Antic, un lugar bohemio que el coleccionista asegura “no haber visto nada parecido ni en Montmartre”.
Fascinado por la calidad del pintor, el publicista pidió consejo al historiador y crítico de arte, Francesc Miralles, quien después de observar detenidamente las obras aseveró que “es mucho mejor que todo lo que se está exponiendo hoy en Barcelona”. El propio Miralles le ha dedicado un libro: “La obsesión creativa” que también es el catálogo de la exposición. El crítico define Subarroca como “una persona marginal de los esquemas comerciales” con una obsesión exclusiva: “la creación” que reúne una síntesis de todos los estilos del siglo XX.
La perseverancia de una mujer que no quería ver las obras de “mi marido en los Encants” cuando hubiera fallecido propició que Luis Bassat se volcara en un pintor cuya obra le ha causado un gran impacto, como a todo aquel que ha conocido alguno de sus cuadros.
El artista, de 86 años, que a los nueve ya asistía a las clases de dibujo en el Centre d’Acció Catòlica de Sarrià, antes de ser alumno aventajado de Frederic Marés en la Escuela de Arte de la Llotja, protagoniza ahora la primera exposición individual en la Nau Gaudí, Francesc Subarroca. Obres de la col·lecció Bassat
que estará abierta hasta el 30 de junio, con la entrada gratuita.
“Si gano dinero con mis obras, seré esclavo de ellas”. Así explica Subarroca cómo su proceso de creación nunca ha estado enfocado “a las exigencias comerciales”. De ahí que su obra siempre esté precedida de una creatividad pura, “a mi antojo, sin depender de nadie”.
Entre las pinturas expuestas en la Nau Gaudí, todas escogidas por el propio artista, al que “le “inspiran hasta los marcos” destaca Gitana, El Somorrostro de 1951, muy representativa de un tema clave en su trayectoria inicial; el óleo Nen amb pilota
de 1957, una obra más figurativa y Flors del camp, de 1971 una obra personal en la que se reconoce ninguna influencia, a medio camino entre cubismo y el surrealismo mágico.
El desconocido artista barcelonés siempre ha rechazado exponer sus obras para “no ser esclavo de galeristas”