La alta montaña pierde a sus pájaros
Estas poblaciones han bajado un 21% en la Península en 13 años
Las aves de alta montaña, que suelen vivir en espacios abiertos en alturas superiores a los 1.700 metros, muestran una disminución especialmente acusada en la Península (Pirineos, así como en los sistemas Ibérico, Central y Cantábrico). Un estudio ha cifrado este declive en un 21%, según revelan los datos comparativos entre el 2002 y el 2014. Así lo indica un estudio publicado en la revista científica Global Change Biology en el que, por primera vez, se detecta esta pérdida. El cambio climático y las modificaciones en los usos del suelo serían las causas principales de esta disminución tan pronunciada.
Las poblaciones de aves de alta montaña han disminuido, de media, un 10% en toda Europa; pero este declive está siendo superior en las montañas de Escandinavia y en las de la península Ibérica (incluidos los Pirineos). En cambio, en los Alpes y en las montañas del Reino Unido estas poblaciones se han mantenido más estables.
En el contexto mediterráneo se han analizado los datos para el conjunto de las montañas ibéricas (incluyendo los Pirineos y datos de otros sistemas montañosos ibéricos). La conclusión es que el patrón general de declive observado en Europa también se produce en la Península. De las 14 especies de aves de alta montaña analizadas en la Península, 11 están en declive, y sólo tres de ellas están en aumento.
Entre las aves que sufren una pérdida más destacada de individuos están la bisbita alpino (Anthus spinoletta )o grasset de muntanya en catalán; el roquero rojo (Monticola saxatilis )o merla roquera en catalán, o el escribano montesino (Emberiza cia )o sit negre en catalán.
Los expertos se muestran doblemente alarmados por el estado de estas aves (que habitan en zonas situadas por encima de las áreas arboladas; frecuentemente, por encima de 1.700/1.800 m). Su declive es muy superior a la media europea.
Otro dato revelador: los pájaros más comunes en las tierras bajas han descendido un 7% en Europa, lo que demuestra que “la situación de los pájaros de la alta montaña es peor”, explica Lluís Brotons, investigador del CSIC en el Centre de
PÉRDIDA DE ESPACIOS ABIERTOS
El calentamiento y el abandono de pastos estrechan el cerco sobre sus áreas vitales
FACTOR CLAVE EN ESTUDIO
Las transformaciones hacen perder a estos pájaros condiciones favorables para la cría
SITUACIÓN GLOBAL
El descenso general observado en Europa sigue la misma pauta en la Península
Recerca Ecològica i Aprofitaments Forestals (CREAF). Los expertos piensan que el declive de estas aves puede ser debido al cambio climático y a la pérdida de sus hábitats, y están analizando estas posibles causas.
Un primer factor es la pérdida de espacios abiertos debido al progresivo abandono de las actividades tradicionales relacionadas con la ganadería, lo que, asociado al cambio climático, hace que las áreas de matorral y arboladas vayan aumentando y ganando terreno “montaña arriba”. Las zonas subalpinas (antaño mezcla de bosques y prados) registran una gran expansión del matorral y el bosque (aforestación). “Es como si estas aves subieran una pirámide, lo que hace que cada vez tengan menos superficie con hábitat disponible”, señala Sergi Herrando, investigador del Institut Català d’Ornitologia (ICO).
“Al extenderse el bosque, los ambientes abiertos se van cerrando y estrechando, con lo que las aves de montañas dejan de poder vivir allí y deben ascender a zonas cada vez más altas”, agrega Herrando. “Pero a medida que suben en altura ven reducido su espacio vital, hasta que llegan a la punta de arriba”.
Por otro lado, el cambio climático puede estar desempeñando un papel crucial en este proceso. Al subir las temperaturas, las aves de montaña (más adaptadas al frío) “se quedan sin las condiciones climáticas que les son favorables, con lo que puede aparecer otras especies que van subiendo montaña arriba, y que colonicen su terreno”, dice Herrando. Tal proceso conllevaría una pérdida neta de diversidad biológica.
Un problema añadido para las especies de montaña es que pueden dejar de tener un fácil acceso a los recursos. Este experto habla de una desincronización entre la disponibilidad de los recursos, o sea, los insectos, y el momento en el que pueden criar, lo cual puede hacer que “las poblaciones no se puedan mantener”, añade. Se sigue trabajando en esta “hipótesis razonable” con nuevos trabajos.
Tiempo atrás era raro que en los meses de julio o agosto el Pirineo estuviera seco. Pero ahora las olas de calor y los largos periodos de sequía secan los suelos. Sin plantas en buen estado hay menos insectos, con lo cual las aves (principalmente insectívoras) pierden un alimento básico justo en la época de cría.
Herrando señala que los datos no proceden de censos exhaustivos de toda la población de aves de montaña, sino de muestreos estandarizados hechos año tras año en zonas de alta montaña. Las aves se cuentan siempre de la misma manera, lo que permite conocer las tendencias de sus poblaciones. “No obstante, necesitamos más voluntarios con conocimientos de aves para continuar y mejorar este seguimiento. Esta tarea es esencial para conocer cómo y dónde perdemos biodiversidad”. El seguimiento de las aves de montaña es mucho más difícil que el de las zonas más planas, debido a la mayor inaccesibilidad y complejidad de muestreo.
El estudio se llevó a cabo gracias al trabajo de cientos de ornitólogos voluntarios de 12 países europeos y de la red europea de seguimiento de las aves. En la Península también colaboraron otras entidades (SEO/ BirdLife, el programa de ciencia ciudadana Seguimiento de Aves Comunes en Catalunya (SOCC) o el ICO, entre otros.