Neus Canyelles
ESCRITORA
La editorial Empúries publica las obras de Neus Canyelles, Damià Bardera, Marta Batallé y Sebastià Portell, en una apuesta por unos escritores cuyas historias “transcurren al margen de las corrientes mayoritarias”.
En tiempos de inmediatez y ahorro de recursos, una presentación múltiple es más que bienvenida. Bajo el sello de Empúries se presentaron en la librería Calders cuatro obras: Ariel i els cossos de Sebastià Portell (Ses Salines, 1992), Les millors vacances de la meva vida de Neus Canyelles (Palma, 1966), L’origen de les cols violeta de Marta Batallé (Caldes de Malavella, 1978) y Un circ al pati de casa de Damià Bardera (Viladamat, 1982).
Diferentes atmósferas. En el libro de Canyelles la protagonista se despierta en una habitación de un centro de salud mental. Bardera ofrece sus mejores cuentos explosivos, locos locos. Batallé –que con su libro debuta– plantea la oportunidad laboral de una mujer en un pueblecito francés donde encontrará la verdad de su vida. Y Portell confirma su talento con un homenaje a los amores distintos.
“Busco la sencillez y por eso volví a mis orígenes, a un pueblecito –explicó Batallé– lejos de las redes sociales”. Su objetivo era entrar en la vida de unos protagonistas que buscan su lugar en el mundo, “gente que han logrado, a pesar de la tristeza o la pérdida de un familiar, remontar y buscar su camino”.
Canyelles, que en su día ganó el premio Mercè Rodoreda con Mai no sé què fer fora de casa, considera que su obra se construye desde las historias pequeñas (“de vida, y la vida no tiene argumento”) y bucea por las dificultades de la protagonista que, finalmente, encuentra su salvación en la vuelta a la infancia, el juego.
Bardera logró que el público sonriera a gusto confesando que había sido un pésimo estudiante y que “la llamada” le llegó mucho después de la obligatoria etapa escolar, en formato autodidacta: “Como escolar no hice nada de bueno, no leí ni un libro, lo dejé todo... y ya libre sentí una llamada, una voz que te subyuga, y ya no dejé nunca más de leer y escribir con fruición. Supongo que soy algo así como un escritor médium... te dejas arrastrar por esa voz, a veces tenebrosa”. Hoy es profesor de Filosofía. Escribe, dice, por automatismos psíquicos “y a veces yo mismo quedo aterrorizado de lo que escribo”. Se siente deudor de Monzó, Víctor Català, Espriu y Calders, hubiera querido conocer a Javier Tomeo y da las gracias a Toni Sala por descubrir algo que ni él conocía de sí mismo: “Dice que soy el ruralista que le faltó al Grup de Sabadell... está bien, él me habla de noucentisme, yo que me sentía modernista”.
Por su parte, Portell diseccionó su novela, una obra en cuya primera parte el protagonista, Ariel, es tratado como un hombre y en la segunda como una mujer. “Ni siquiera sabes si existe, quería jugar con la ambivalencia”. Un alegato contra las identidades cerradas, libro sobre el desconcierto. De hecho, afirma: “Yo no me considero hombre ni nadie creo que pueda hacerlo; no necesito definirme como nada”. Portell propone reflexiones sobre el sexo, la edad, los límites corporales. “Escribo sobre lo que desconozco, por curiosidad. Y he querido rendir cierto homenaje a Orlando de Virginia Woolf, a Maria Mercè Marçal, a Sebastià Perelló, a Blai Bonet...”.
En palabras de sus editores, estos cuatro autores representan el talento de distintas generaciones “y su mundo transcurre al margen de las corrientes mayoritarias”. Darán que hablar.
“Su mundo transcurre al margen de las corrientes mayoritarias”, afirman sus editores